
La desaparición de las lenguas indígenas es un fenómeno alarmante que afecta la diversidad cultural del planeta. Según la ONU, cada mes desaparecen, en promedio, dos lenguas indígenas, y se estima que el 40% de los idiomas en el mundo, en su mayoría indígenas, se encuentran amenazados de extinción a largo plazo. Para abordar esta problemática, la ONU proclamó el periodo entre 2022 y 2032 como el Decenio Internacional de las Lenguas Indígenas.
El profesor Michaël Boissonneault, del Departamento de Demografía y Ciencias de la Población de la Université de Montréal, ha dedicado su investigación a analizar el estado de las poblaciones que hablan lenguas indígenas en Canadá. Consciente de la importancia de este tema, Boissonneault ha aplicado proyecciones demográficas para estudiar el futuro de las lenguas en peligro de extinción, un enfoque que no había sido explorado anteriormente por los lingüistas, quienes suelen centrarse en la lengua misma sin considerar los aspectos poblacionales que la rodean.
Un enfoque innovador
Para predecir el tamaño de las poblaciones que hablan lenguas indígenas en 2101, Boissonneault ha utilizado un método conocido como método de componentes, que considera factores como la mortalidad, la fertilidad y la migración entre las poblaciones objetivo. Este estudio se ha basado en datos de varios censos canadienses desde 2001 hasta 2021, aunque el investigador reconoce que agrupar ciertas lenguas fue necesario debido a la escasez de hablantes, lo que complicaba la aplicación del modelo para lenguas con menos de 100 hablantes.
Los hallazgos, publicados en la revista Royal Society Open Science, revelan que, aunque el número total de hablantes de lenguas indígenas se mantiene relativamente constante, algunas lenguas están perdiendo hablantes a un ritmo alarmante. Por ejemplo, se estima que el número de hablantes de Inuktitut y Atikamekw se duplicará para 2101, mientras que otras 16 lenguas podrían perder al menos el 90% de sus hablantes en el mismo periodo. La situación es especialmente grave en el oeste de Canadá, donde las lenguas son habladas por un número reducido de personas.
A pesar de las preocupaciones, el estudio sugiere que la tasa de declive de las lenguas indígenas no es tan acelerada como se había temido. Boissonneault indica que esta observación puede deberse a la falta de información precisa sobre la situación real en el terreno, así como a la necesidad de considerar proyectos de revitalización lingüística que podrían influir positivamente en la transmisión de estas lenguas.
El investigador espera que sus proyecciones sirvan de base para futuras colaboraciones con las comunidades indígenas y que su trabajo contribuya a la preservación de una rica diversidad cultural, que es fundamental para la identidad de estos pueblos. Al mismo tiempo, Boissonneault tiene la intención de desarrollar un modelo más complejo que incluya factores como la urbanización, que también impactan en la conservación de las lenguas indígenas.