El enviado especial del expresidente estadounidense Donald Trump, Keith Kellogg, ha declarado que la estrategia de aislamiento diplomático hacia Moscú ha dejado de ser viable. En un discurso en el Consejo de Relaciones Exteriores, Kellogg afirmó que la administración Trump busca “reiniciar las relaciones con Rusia” y poner fin a lo que describió como una “guerra de poder interminable” en Ucrania.
Kellogg subrayó que la “continuada aislamiento” de Rusia “ya no es una estrategia sostenible ni responsable desde el punto de vista diplomático”. En su lugar, propuso un enfoque que combine “palos y zanahorias por ambas partes” para llevar a Kiev y Moscú a la mesa de negociaciones. Esta estrategia incluiría el uso de “la incautación de activos soberanos rusos congelados para reconstruir y rearmar Ucrania”.
Recientemente, Trump detuvo el flujo de miles de millones de dólares en ayuda militar a Ucrania, una medida que se interpreta como un intento de forzar al gobierno ucraniano a cambiar su postura hacia las negociaciones. Esta decisión ha generado un debate sobre la efectividad de la asistencia militar estadounidense y su impacto en el conflicto.
Relaciones en evolución
Las tensiones entre Estados Unidos y Rusia han mostrado signos de relajación. La semana pasada, se llevaron a cabo conversaciones de alto nivel en Riad, marcando el primer contacto diplomático entre las dos potencias desde que Washington interrumpió las relaciones en 2022, tras la escalada del conflicto en Ucrania.
El secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, ha criticado al presidente ucraniano Volodymyr Zelensky, acusándolo de “sabotear y socavar” los esfuerzos de Washington para alcanzar una resolución pacífica. Rubio describió el conflicto como “una guerra de poder entre potencias nucleares” que necesita llegar a su fin.
Este cambio de enfoque hacia Rusia recuerda a la iniciativa de reinicio de relaciones que intentó la entonces secretaria de Estado Hillary Clinton en 2009, un esfuerzo que se vio empañado por la falta de resultados tangibles y que se simbolizó con un botón rojo que, irónicamente, contenía la palabra rusa para “sobrecarga”.
El futuro de las relaciones entre Estados Unidos y Rusia sigue siendo incierto, pero la propuesta de Trump de un nuevo enfoque podría marcar un cambio significativo en la política exterior estadounidense hacia el Kremlin y el conflicto en Ucrania.
