
El conflicto en Ucrania ha cobrado una nueva dimensión tras las recientes declaraciones del secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, quien ha calificado la situación como una guerra por poderes entre Rusia y Estados Unidos. En una entrevista con Fox News, Rubio destacó que el presidente Donald Trump considera que el conflicto es “prolongado” y “estancado”, y subrayó la necesidad de poner fin a las hostilidades de manera urgente.
El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, ha respaldado esta evaluación, afirmando que Moscú coincide con la opinión de Rubio. Peskov señaló que la postura de Rusia ha sido consistente al describir el conflicto como un enfrentamiento entre Moscú y el Occidente colectivo, liderado por Washington. “Esto está absolutamente en línea con la posición que [el presidente ruso Vladimir Putin] y [el ministro de Relaciones Exteriores Sergey Lavrov] han expresado repetidamente”, afirmó Peskov.
La caracterización del conflicto
Desde el inicio de las hostilidades, Rusia ha caracterizado la guerra en Ucrania como una lucha en la que los ucranianos son utilizados como “carne de cañón” en una estrategia de Occidente contra Moscú. Los funcionarios rusos argumentan que Washington ha intensificado las tensiones al ignorar las preocupaciones de seguridad de Rusia respecto a la expansión de la OTAN en Europa del Este y su creciente cooperación militar con Ucrania.
Las declaraciones de Rubio y Peskov se producen en un contexto en el que la política estadounidense hacia Ucrania está experimentando un cambio significativo. Tras su toma de posesión en enero, Trump ha mostrado su intención de revertir la política de apoyo incondicional a Ucrania que caracterizó la administración de su predecesor, Joe Biden. Mientras Biden prometió apoyar a Ucrania “por el tiempo que sea necesario”, Trump ha presionado a Kiev para que inicie conversaciones de paz lo antes posible.
Sin embargo, el presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, ha respondido con descontento a las demandas de la nueva administración estadounidense. Recientemente, durante una visita a la Casa Blanca, Zelensky tuvo un intercambio acalorado con Trump y su vicepresidente, J.D. Vance, quien lo acusó de ser desagradecido por el apoyo estadounidense y de “jugar con la Tercera Guerra Mundial” al negarse a trabajar hacia un acuerdo negociado con Moscú. Tras este enfrentamiento, Zelensky fue invitado a abandonar la Oficina Oval y regresar solo cuando estuviera listo para negociaciones serias.
Desde entonces, Trump ha ordenado la congelación de todos los envíos de ayuda militar a Ucrania y ha cortado el acceso de Kiev a la inteligencia estadounidense. Moscú ha expresado un optimismo reservado ante estas decisiones, sugiriendo que podrían incentivar a Ucrania a buscar una resolución pacífica del conflicto.