La polémica sobre los aceites de semillas: ¿realmente son perjudiciales para la salud?

In Ciencia y Tecnología
marzo 07, 2025

El auge de los aceites de semillas y su impacto en la salud

Hasta hace poco, el término “aceites de semillas” era desconocido para la mayoría de los españoles, a pesar de que muchos los han utilizado en su cocina durante décadas. Este término se ha popularizado gracias a influenciadores de internet, gurús del bienestar y algunos políticos, quienes se refieren a aceites de cocina comunes como el de canola, soja y maíz. Estos aceites, considerados por sus críticos como “los ocho odiosos”, son acusados de contribuir a la inflamación y a altas tasas de enfermedades crónicas como la obesidad y la diabetes.

Recientemente, el nuevo secretario de Salud de Estados Unidos, Robert F. Kennedy Jr., afirmó que los ciudadanos están siendo “envenenados sin saberlo” por los aceites de semillas, sugiriendo que los restaurantes de comida rápida deberían volver a utilizar grasa de res en lugar de estos aceites. Esta crítica ha llevado a algunos fabricantes de alimentos a eliminar los aceites de semillas de sus productos. Según una encuesta reciente del Consejo Internacional de Información Alimentaria, un grupo comercial de la industria, muchos estadounidenses han comenzado a evitar estos aceites.

La controversia en torno a los aceites de semillas ha suscitado frustración entre los científicos de la nutrición, quienes argumentan que décadas de investigación respaldan los beneficios de consumir estos aceites, especialmente en comparación con alternativas como la mantequilla o la grasa de cerdo. Expertos como Martha Belury, profesora de ciencia de alimentos en la Universidad Estatal de Ohio, expresan su confusión sobre el origen de la idea de que los aceites de semillas son perjudiciales. En una reciente audiencia en el Senado, el Dr. Marty Makary, nominado para liderar la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE. UU., abogó por una revisión más exhaustiva de estos productos.

Los aceites de semillas son, en términos simples, aceites extraídos de las semillas de las plantas, incluyendo los más criticados como el de canola, maíz, semilla de algodón, uva, soja, girasol, cártamo y salvado de arroz. Su producción implica la presión o trituración de las semillas, seguidas de un procesamiento químico y térmico para eliminar elementos que puedan afectar su apariencia o sabor. El resultado es un aceite de sabor neutro, económico y que soporta altas temperaturas sin humear, según Eric Decker, profesor de ciencia de alimentos en la Universidad de Massachusetts Amherst. En contraste, el aceite de oliva y el de aguacate son considerados aceites de fruta, a menudo obtenidos mediante prensado en frío, lo que conserva muchos compuestos beneficiosos para la salud, aunque los hace más caros y menos resistentes a altas temperaturas.

Los críticos de los aceites de semillas presentan diversas acusaciones, muchas de las cuales, según los científicos, no están respaldadas por investigaciones sólidas. Algunos argumentan que el proceso de producción deja residuos tóxicos de un químico llamado hexano, aunque Decker aclara que el hexano utilizado se evapora y el residuo que queda es mínimo y no representa un riesgo significativo. Otro argumento común es que la alta proporción de omega-6 y la baja de omega-3 en estos aceites puede aumentar el riesgo de condiciones crónicas al promover la inflamación. Sin embargo, Belury sostiene que esta afirmación es una simplificación de un tema complejo y que estudios han demostrado que el aumento en el consumo de ácido linoleico, el omega-6 más común, no afecta significativamente los marcadores de inflamación en la sangre.

La investigación de la Asociación Americana del Corazón y otros organismos ha demostrado consistentemente que los aceites de origen vegetal reducen el colesterol LDL, conocido como colesterol malo, disminuyendo así el riesgo de enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares, especialmente en comparación con fuentes ricas en grasas saturadas. Un reciente estudio de los científicos del Hospital Brigham y de Mujeres reveló que las personas que consumieron mayores cantidades de mantequilla tenían un 15% más de riesgo de mortalidad en comparación con aquellos que consumieron menos, mientras que quienes ingirieron más aceites vegetales —incluyendo los aceites de semillas— tenían un 16% menos de riesgo.

El consumo de aceites de semillas ha aumentado en las últimas décadas, y grupos como la Seed Oil Free Alliance abogan por la eliminación de estos aceites de los productos alimentarios, argumentando que proporcionan calorías vacías que desplazan a otros alimentos más nutritivos. Aunque los científicos de alimentos están de acuerdo en que el uso de aceites de semillas ha crecido, relacionan este aumento con su uso generalizado en alimentos fritos y ultraprocesados, que representan casi tres cuartas partes del suministro alimentario en EE. UU. y que están vinculados a numerosos problemas de salud. Según los expertos, no hay evidencia que sugiera que los aceites de semillas son responsables de resultados negativos para la salud.

Los consumidores preocupados por el consumo de aceites de semillas deberían reducir la ingesta de alimentos ultraprocesados y buscar asesoramiento médico para personalizar su consumo. Los especialistas recomiendan que el aceite de oliva sea la opción más saludable, utilizándolo según las posibilidades económicas y de cocción de cada uno, al tiempo que se incrementa la ingesta de ácidos grasos omega-3 mediante el consumo de pescados como el atún y el salmón. Tanto los defensores como los detractores de los aceites de semillas coinciden en la necesidad de más investigación sobre nutrición para explorar matices y resolver cuestiones que han perdurado por tiempo. Mientras tanto, los científicos advierten que un retorno a la grasa de res, rica en grasas saturadas, no es la solución.

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