
Explosión del cohete Starship de SpaceX: un nuevo revés en la carrera espacial
El último intento de SpaceX por lanzar su cohete Starship al espacio terminó en un desastre, con una explosión ocurrida nueve minutos después del despegue. Este incidente dejó una estela de escombros en su trayectoria, lo que obligó a los aeropuertos de Florida a suspender vuelos debido a la amenaza de impactos, extendiéndose el peligro hasta las Bahamas y las Islas Turcas y Caicos. La Administración Federal de Aviación (FAA) ha requerido nuevamente a SpaceX que lleve a cabo una investigación sobre el percance que provocó la pérdida de su vehículo en esta octava prueba del Starship.
La FAA ha subrayado la importancia de esta investigación, que tiene como objetivo mejorar la seguridad pública, determinar las causas del incidente y establecer medidas correctivas para evitar que sucesos similares se repitan en el futuro. SpaceX informó en un comunicado posterior al vuelo que, durante la subida, se produjo un «evento energético» en la parte trasera del cohete, lo que provocó la pérdida de varios motores y, en consecuencia, la comunicación con la nave. El último contacto se registró a los nueve minutos con treinta segundos de vuelo.
Los aeropuertos de Miami, Fort Lauderdale, Palm Beach y Orlando tomaron medidas preventivas, ralentizando o deteniendo vuelos en respuesta a la alerta de la FAA. Una vez que el peligro por la caída de escombros disminuyó, las operaciones normales se reanudaron. La FAA indicó que un Área de Respuesta a Escombros se activa únicamente si un vehículo espacial presenta una anomalía, permitiendo a la administración dirigir las aeronaves fuera del área afectada para prevenir accidentes. SpaceX aseguró que, de haberse producido alguna caída de escombros, estos habrían aterrizado en una zona planificada y que no contenían materiales tóxicos, garantizando así la seguridad de la fauna marina y la calidad del agua.