
A pesar de los avances en leyes y políticas de igualdad, uno de cada cuatro países del mundo ha experimentado un retroceso en los derechos de las mujeres en el último año, según un nuevo informe de ONU Mujeres, la agencia especializada de Naciones Unidas. Las causas de esta regresión son diversas, desde el aumento de conflictos bélicos hasta el resurgimiento de ideas machistas en Occidente, impulsadas por la extrema derecha. Silke Staab, especialista de investigación y datos de ONU Mujeres, señala que «nuestros datos muestran que casi la mitad de los países experimentaron un deterioro democrático y sólo un tercio avanzó en la igualdad de la mujer».
Los progresos en materia de igualdad son reales, pero desiguales y frágiles. Actualmente, el 88% de los países han implementado leyes contra la violencia de género y el 44% trabaja en mejorar la educación para mujeres y niñas. Sin embargo, cada 10 minutos, una mujer o niña es asesinada por su pareja o un miembro de su familia. Además, solo 87 países han sido liderados por una mujer en toda la historia, según el mismo informe de la ONU.
Desigualdad en tiempos de conflicto
El contexto global es alarmante. El número de mujeres y niñas que viven en zonas de conflicto ha aumentado en un 50% en la última década, afectando a regiones como Ucrania y Gaza, y exponiéndolas a un mayor riesgo de victimización y pérdida de derechos fundamentales. Más de 600 millones de mujeres y niñas residen cerca de al menos uno de los 170 conflictos armados en el mundo. Staab advierte que «en países en conflicto, son las mujeres las que sufren más. Todos los indicadores de género llegan a sus peores niveles: aumenta la violencia sexual, la mortalidad materna toca techo, y el acceso a la educación y sus derechos desaparecen».
Según la ONU, al ritmo actual se tardarán casi 300 años en lograr la igualdad jurídica de la mujer. Shivangi Misra, asesora jurídica global de igualdad de la organización internacional Equality Now, subraya que «no existe ni un solo país en el mundo que haya alcanzado la igualdad legal para las mujeres y las niñas». El estancamiento en la reducción de la mortalidad materna desde 2015, influido por el aumento de conflictos y recortes en salud global, es otro indicador del retroceso en los derechos de las mujeres. Actualmente, 393 millones de mujeres y niñas viven en pobreza extrema, una situación que se ha visto agravada por la pandemia de COVID-19.
La desigualdad de avances no se limita a la brecha entre el norte industrializado y el sur global, sino que también se manifiesta dentro de cada continente. En África, mientras Zambia ha aprobado una ley que prohíbe el matrimonio infantil, Gambia ha intentado derogar leyes sobre mutilación genital femenina, lo que evidencia la fragilidad de los avances. En América Latina, México avanza en la igualdad de género bajo la presidencia de Claudia Sheinbaum, mientras que Bolivia, Uruguay y Brasil retroceden en sus políticas. En Asia, Irán y Afganistán presentan situaciones alarmantes, siendo este último el primer país en prohibir a las niñas la educación secundaria.
En Estados Unidos, la restricción del acceso al aborto tras la revocación del caso Roe v. Wade ha afectado desproporcionadamente a mujeres en situación de vulnerabilidad. La polarización política y el ascenso de fuerzas ultraconservadoras han frenado o revertido la implementación de políticas de igualdad en un cuarto de los países. Staab señala que «los movimientos populistas de extrema derecha presentan la igualdad de género como algo ideológico, cuando se trata de derechos humanos».
A pesar de este contexto adverso, Staab expresa su esperanza al observar que las organizaciones por los derechos de las mujeres continúan con la lucha incluso en condiciones cada vez más difíciles.