La creciente inestabilidad en el plano internacional ha llevado al Reino Unido a acelerar su acercamiento a Europa. El primer ministro británico, Keir Starmer, ha centrado sus esfuerzos en las últimas semanas en forjar una alianza en materia de seguridad y defensa con los países europeos. Este cambio de estrategia se ha visto impulsado por las recientes amenazas de Donald Trump de retirar el apoyo militar a Ucrania, lo que ha encendido las alarmas en Downing Street y ha obligado a Starmer a adoptar un papel de liderazgo en el viejo continente.
La cumbre de mandatarios celebrada en Londres la semana pasada, donde se evidenció la unidad europea en su compromiso con Ucrania, es un claro ejemplo del giro diplomático del Reino Unido desde la llegada al poder del líder laborista. Starmer ha enfatizado la necesidad de «reiniciar» las relaciones con Bruselas, tras años de distanciamiento marcados por el Brexit. Desde las elecciones de julio, en las que el Partido Conservador sufrió una contundente derrota, la comunicación entre Londres y la UE se ha vuelto más fluida.
Seguridad y defensa
En la reciente cumbre, el primer ministro británico expresó su intención de lograr un «acuerdo ambicioso» con la UE en materia de seguridad y defensa, buscando así dar un impulso a la OTAN. Estos acuerdos incluirían una mayor colaboración en investigación y desarrollo, tecnología militar, movilidad de tropas, protección de infraestructuras críticas y producción industrial. Aunque se esperaba tratar estos asuntos en la cumbre bilateral del 19 de mayo, los recientes giros en la guerra de Ucrania han acelerado la necesidad de avanzar en esta dirección.
Según Joel Reland, investigador del centro de pensamiento ‘UK in a Changing Europe’, la llegada de Trump ha obligado a acelerar las conversaciones sobre cómo profundizar la cooperación entre el Reino Unido y la UE. Antes, se podía esperar poco de la cumbre de mayo, pero ahora hay un «debate más serio» sobre cómo reforzar la OTAN y financiar los sistemas de defensa de forma conjunta. Desde la llegada de los laboristas al poder, Londres y Bruselas han pasado de ser «competidores» a buscar una mayor cooperación.
La voluntad de reforzar la alianza entre el Reino Unido y la UE en materia de seguridad y defensa es solo un primer paso en el plan de acercamiento más amplio que Starmer desea implementar a medio plazo. El Gobierno británico confía en cerrar acuerdos con Bruselas en áreas como inmigración, energía y comercio, temas que ya han sido discutidos en reuniones recientes.
El primer ministro también busca mejorar la cooperación en el control de fronteras, facilitando una comunicación más fluida entre las fuerzas de seguridad y los servicios de inteligencia, así como desarrollar una estrategia conjunta contra el tráfico de personas. En el ámbito comercial, tanto Starmer como su ministra de Economía, Rachel Reeves, han abogado por reducir las barreras administrativas para acelerar el crecimiento económico, algo que la UE podría ver con buenos ojos, siempre que el Gobierno británico ofrezca contrapartidas.
Sin embargo, los avances en las relaciones con Bruselas podrían verse comprometidos por la llegada de Trump a la Casa Blanca. Starmer ha manifestado su deseo de tender puentes entre ambos lados del Atlántico para reducir la creciente tensión entre Estados Unidos y la UE. No obstante, su cautela a la hora de condenar los ataques y amenazas del presidente estadounidense podría perjudicar sus relaciones con el club comunitario. La falta de solidaridad del Reino Unido podría generar resentimiento en algunas capitales europeas, lo que recuerda los tiempos del Brexit, cuando el país no era considerado un aliado fiable.
La habilidad diplomática de Starmer en los próximos meses será crucial para determinar el éxito de esta nueva relación entre el Reino Unido y Europa.
