La relación entre las emisiones de los barcos y la actividad eléctrica en el cielo
En el área portuaria de Singapur, un mapa de actividad de relámpagos revela un patrón sorprendente: una intensa actividad eléctrica se concentra sobre la ruta marítima más transitada del mundo. Investigaciones recientes han demostrado que esta actividad eléctrica se relaciona directamente con las emisiones de partículas de los barcos, específicamente los aerosoles que generan. A través de un análisis de datos proporcionados por una red global de detección de relámpagos, un equipo de investigadores ha evidenciado que el aumento de las emisiones de los barcos, impulsado por el crecimiento del comercio global, se correlaciona con un incremento en la frecuencia de relámpagos.
Desde 2020, la implementación de regulaciones internacionales ha reducido significativamente las emisiones de azufre de los barcos en un 77%. Un estudio reciente destaca que, tras la aplicación de estas normativas, la actividad eléctrica sobre las rutas de navegación se redujo casi a la mitad en un periodo muy corto. Este fenómeno proporciona una oportunidad única para estudiar cómo la contaminación humana puede influir en fenómenos meteorológicos como los relámpagos. Las tormentas, que pueden llegar a alcanzar los 16 kilómetros de altura, muestran una sensibilidad notable a la presencia de partículas que son más pequeñas que un grano de arena.
Los aerosoles, o partículas en suspensión, son cruciales en la formación de nubes, actuando como núcleos para que el vapor de agua se condense. En las nubes, un mayor número de estas partículas puede aumentar la cantidad de gotas de agua, lo que a su vez influye en la luminosidad de las nubes. Sin embargo, en nubes de tormenta, el efecto de los aerosoles se complica, ya que pueden provocar la formación de cristales de hielo que, al colisionar, generan energía eléctrica. La reciente disminución de las emisiones de azufre ha llevado a una reducción en la cantidad de partículas disponibles para este proceso, lo que podría haber resultado en menos tormentas eléctricas. Esta investigación no solo es relevante para comprender el impacto de las actividades humanas en el clima, sino que también plantea nuevas preguntas sobre cómo las emisiones pueden alterar los fenómenos meteorológicos en el futuro.
