El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha anunciado recientemente un incremento significativo en los aranceles sobre el acero y el aluminio canadienses, duplicando las tarifas hasta un 50%. Esta medida se produce en medio de un creciente conflicto comercial entre ambos países, donde Trump ha reiterado su deseo de que Canadá se convierta en el «querido» 51º estado de la unión estadounidense.
En un mensaje publicado en su plataforma Truth Social, Trump justificó el aumento de los aranceles como respuesta a un recargo del 25% impuesto por Ontario, la provincia más poblada de Canadá, sobre las exportaciones de electricidad hacia Estados Unidos. «He instruido a mi Secretario de Comercio para añadir un ARANCEL ADICIONAL del 25%, llevando el total al 50%, sobre todo el ACERO y ALUMINIO que ingresa a los ESTADOS UNIDOS desde CANADÁ, UNA DE LAS NACIONES CON MÁS ALTOS ARANCELES EN EL MUNDO», escribió el presidente.
Además, Trump exigió que Canadá elimine lo que él ha calificado como un «arancel antiamericano para los productos lácteos de entre el 250% y el 390%», así como otros gravámenes que considera «egregios». En caso de que Canadá no cumpla con estas demandas, el presidente advirtió que podría tomar medidas adicionales que afectarían gravemente a la producción automotriz canadiense, con la intención de «cerrar esencialmente, de forma permanente, la industria de fabricación de automóviles».
Reacciones y consecuencias
Este conflicto no es nuevo; Trump ya había anunciado aranceles del 25% a Canadá a principios de febrero, aunque los había pospuesto un mes. En respuesta a estas medidas, Ottawa impuso aranceles sobre productos estadounidenses por un valor de 30 mil millones de dólares, con la posibilidad de añadir otros 125 mil millones el próximo mes.
Trump ha repetido sus afirmaciones de que Estados Unidos subsidia a Canadá en más de 200 mil millones de dólares anuales, sugiriendo que la mejor solución para resolver los problemas entre ambos países sería la anexión de Canadá. Sin embargo, esta propuesta ha sido rechazada tanto por los líderes canadienses como por la población, con un reciente sondeo de YouGov que indica que hasta el 77% de los canadienses se opone firmemente a la anexión, mientras que solo un 15% la apoya.
El nuevo primer ministro canadiense, Mark Carney, ha prometido luchar y ganar esta guerra comercial con Washington, aunque ha admitido que «esta victoria no será fácil». Carney también ha rechazado cualquier idea de ceder soberanía a Estados Unidos, afirmando que «Canadá nunca, jamás será parte de América de ninguna manera, forma o aspecto».
