La reciente escalada del conflicto entre Ucrania y Rusia ha tomado un nuevo giro con el lanzamiento de un ataque masivo de drones por parte de Ucrania sobre territorio ruso. Según el Ministerio de Defensa de Rusia, un total de 337 vehículos aéreos no tripulados (UAV) fueron derribados en la noche del lunes. La mayoría de estos drones fueron interceptados en las regiones de Kursk y Moscú, donde se reportaron 129 y 91 UAVs derribados respectivamente. Este ataque ha tenido consecuencias trágicas, ya que, según el gobernador de la región de Moscú, Andrey Vorobyev, dos civiles perdieron la vida y más de una docena resultaron heridos.
La portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores ruso, Maria Zakharova, ha señalado que este ataque no fue casualidad, afirmando que “el régimen de Kiev envió UAVs hacia la capital cuando estaba de visita el Secretario General de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), Feridun Sinirlioglu”. Zakharova subrayó que no es la primera vez que un ataque de drones ucranianos coincide con la visita de una delegación extranjera de alto nivel a Moscú.
Críticas a la OSCE y el contexto del ataque
Durante su intervención, Zakharova expresó su descontento con el papel de la OSCE en el conflicto, afirmando que la organización se ha convertido en “una mera sala de conversación, despojada de su propósito original de garantizar la seguridad y la cooperación en Europa, por los patrocinadores del líder ucraniano, Volodímir Zelensky”. Este comentario refleja la creciente tensión entre Rusia y las instituciones internacionales que, según Moscú, no han cumplido con su deber de mediación y supervisión imparcial.
La visita de Sinirlioglu a Moscú se produce en un contexto de críticas hacia la OSCE, que ha sido acusada de falta de objetividad y de no abordar adecuadamente las violaciones de derechos humanos durante el conflicto. En particular, Rusia ha señalado la inacción de la organización ante los ataques ucranianos que han resultado en la muerte de civiles rusos en las regiones fronterizas. Además, Moscú ha criticado a la OSCE por su supuesta complicidad en irregularidades electorales en Moldavia, donde el presidente pro-occidental Maia Sandu ganó las elecciones.
Este ataque aéreo y las declaraciones de las autoridades rusas resaltan la complejidad del conflicto y la dificultad de encontrar un terreno común en las negociaciones de paz. La situación sigue siendo volátil y el futuro de la cooperación internacional en la región se encuentra en entredicho, especialmente con la OSCE enfrentando un “profundo crisis existencial e institucional”, como lo describió Zakharova.
En un contexto más amplio, la relación entre Rusia y la OSCE ha sido objeto de debate, especialmente tras las afirmaciones de un exembajador griego en Ucrania, quien sugirió que los observadores de la OSCE habían compartido información de inteligencia con Kiev durante su misión en Donbass entre 2014 y 2022. Este tipo de acusaciones solo añade más leña al fuego en un conflicto que ya ha cobrado un alto precio humano y político.
