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Confirman la presencia de microalgas tóxicas en la Bahía de La Concha

In Sin categoría
marzo 12, 2025

Recientes investigaciones realizadas por el grupo de Ecología Fluvial de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) han confirmado la presencia de la microalga potencialmente tóxica Ostreopsis ovata en la Bahía de La Concha. Esta proliferación, aunque no representa un motivo de alarma inmediato, ha suscitado la necesidad de continuar los estudios para monitorizar su evolución.

Yago Laurenns-Balparda, investigador de la UPV/EHU, ha destacado que el crecimiento de estas microalgas es más notable en Ondarreta que en La Concha, debido a las características del lecho marino, que favorece el desarrollo de estas algas. Aunque algunas especies de Ostreopsis pueden ser tóxicas para los humanos, su presencia masiva no implica necesariamente que el baño en estas playas sea peligroso.

Se ha observado que Ostreopsis, un alga microscópica que habita en aguas poco profundas, ha comenzado a proliferar en la costa vasca como consecuencia del calentamiento global, que ha transformado estas zonas en hábitats propicios para su crecimiento. Desde su detección en la Bahía de Bizkaia en 2007, los brotes masivos de estas microalgas se han vuelto comunes durante los meses de verano, aunque los casos de intoxicación han sido raros; los primeros se registraron en 2020 en Lapurdi-Labourd y en 2021 en Donostia/San Sebastián.

Resultados del estudio sobre Ostreopsis en La Concha

El estudio, publicado en el Marine Pollution Bulletin, revela que la abundancia de Ostreopsis en Ondarreta se debe al tipo de sustrato. Mientras que en Ondarreta el lecho marino está cubierto de rocas y macroalgas, en La Concha predomina la arena, lo que limita el desarrollo de estas microalgas. Laurenns-Balparda enfatiza que, a pesar de la presencia significativa de Ostreopsis en los veranos de 2022 y 2023, no se registraron casos de intoxicación en las playas de Donostia durante esos años.

Además de confirmar la presencia de Ostreopsis ovata, el estudio también indica que esta especie tóxica coexiste con la menos dañina Siamensis, aunque no se han podido determinar las proporciones exactas de cada una debido a la similitud entre ambas. Laurenns-Balparda señala la importancia de realizar investigaciones adicionales para comprender mejor las dinámicas de estas microalgas y su toxicidad. Esto permitirá implementar tecnologías que faciliten la identificación de las especies predominantes en la zona.

La investigación subraya la necesidad de mantener un control sobre la concentración de estas algas y su potencial toxicidad, aunque la abundancia de Ostreopsis no siempre debe ser motivo de preocupación. La comunidad científica continuará trabajando para profundizar en el conocimiento de estos organismos y su impacto en la salud pública y el ecosistema costero.

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