
Los precios de bienes y servicios en Estados Unidos han registrado un aumento menor al esperado en febrero, lo que ha proporcionado un alivio temporal a consumidores y empresas en medio de la incertidumbre provocada por las tarifas arancelarias. Según el informe del Bureau of Labor Statistics, el índice de precios al consumidor (IPC) aumentó un 0.2% en términos ajustados estacionalmente, situando la tasa de inflación anual en un 2.8%.
Excluyendo los precios de alimentos y energía, el IPC básico también mostró un incremento del 0.2% mensual, alcanzando un 3.1% en términos interanuales. Los economistas esperaban un crecimiento del 0.3% tanto en el IPC general como en el básico, lo que indica que los datos han quedado ligeramente por debajo de las previsiones.
Los índices del mercado de valores reaccionaron de manera mixta tras la publicación de estos datos, aunque inicialmente se mostraron optimistas. A medida que la volatilidad persiste en los mercados, el índice Dow Jones ha experimentado una caída del 6% en el último mes. Kevin Gordon, estratega de inversiones de Charles Schwab, señaló que «gran parte de los datos de inflación no incorporan lo que está por venir y lo que ya ha sucedido en relación con las tarifas». Esto refleja la naturaleza incierta de las políticas comerciales actuales.
Los costos de vivienda aumentaron un 0.3%, contribuyendo a aproximadamente la mitad del incremento mensual del IPC. Este aumento interanual del 4.2% es el más bajo desde diciembre de 2021. El costo de la vivienda es un componente crucial en el cálculo del IPC, representando más de un tercio del total. En cuanto a los precios de alimentos, estos también se incrementaron, destacando el notable aumento del 10.4% en el precio de los huevos, que ha visto un incremento del 58.8% en el último año.
El informe se presenta en un momento crítico para la economía estadounidense, que ha sido sacudida por la intensificación de la guerra comercial bajo la administración de Donald Trump. Las tarifas del 25% sobre el acero y el aluminio han entrado en vigor, lo que ha llevado a la Unión Europea a tomar medidas de represalia. Estas tensiones comerciales generan un ambiente de incertidumbre que podría tener repercusiones a largo plazo en la economía.
Los funcionarios de la Reserva Federal están observando atentamente el desarrollo de esta situación. Aunque generalmente consideran que las tarifas tienen un impacto modesto en la inflación, la posibilidad de que una guerra comercial más amplia altere esta percepción está en el aire. Los mercados anticipan que la Reserva Federal podría comenzar a recortar las tasas de interés en junio, con una reducción total estimada de 0.75 puntos porcentuales para finales de 2025.
La tendencia de crecimiento económico parece estar en declive, con el rastreador de PIB del Atlanta Fed sugiriendo una contracción del 2.4% en el primer trimestre, marcando la primera caída en tres años. Este contexto subraya la complejidad de la situación económica actual, donde la política y la economía se entrelazan en un escenario de incertidumbre y desafíos.