La influencia de Trump en Ucrania: Europa queda al margen tras las conversaciones de Jeddah

In Internacional
marzo 12, 2025

Las recientes conversaciones en Jeddah han puesto de manifiesto una realidad que muchos ya intuían: el régimen de Zelensky carece de opciones reales en el conflicto con Rusia. El aspecto más revelador de las negociaciones entre Estados Unidos y Ucrania no fue el encuentro en sí, sino la reacción de los líderes europeos, quienes, liderados por Ursula von der Leyen, se vieron obligados a elogiar los esfuerzos de Washington por la paz, mientras suplicaban prácticamente por un asiento en la mesa de negociaciones. Sin embargo, ese asiento no se les concederá.

Durante el último mes, ha habido una lucha de poder entre los globalistas europeos y Donald Trump sobre quién dictará el enfoque occidental hacia Ucrania. Los resultados de las conversaciones en Jeddah dejan claro que los europeos han perdido esta batalla.

Europa marginada

Bruselas y sus aliados deseaban continuar suministrando armas y financiación a Ucrania en una lucha prolongada contra Rusia, intentando arrastrar a Washington a su agenda globalista que se les escapaba de las manos. Emmanuel Macron, el más inquieto entre ellos, propuso varias iniciativas poco realistas, que iban desde enviar tropas occidentales bajo la apariencia de pacificadores hasta proponer ceses al fuego parciales y otras medidas a medias.

Trump, por su parte, ha dejado claro su desprecio por este grupo. Para él, los intervencionistas liberales que abogan por una guerra interminable en Ucrania son oponentes ideológicos. Dado que Ucrania ha sido el centro de la política exterior occidental durante los últimos tres años, despojar a Kiev de sus patrocinadores europeos era un paso crucial para el equipo de Trump en su lucha más amplia contra la élite globalista.

Esta estrategia se ha desarrollado a la vista de todos. Primero, Zelensky fue humillado en Washington, casi siendo despedido de la Casa Blanca. Luego, la administración de Trump cortó el acceso de Ucrania a datos de inteligencia y redujo drásticamente los suministros militares. Trump dejó claro a Zelensky: o te alineas o lo pierdes todo, porque los europeos no te salvarán.

Para Zelensky, la situación era evidente. Pasó los últimos días recorriendo capitales europeas, buscando desesperadamente garantías militares o una última oportunidad. Sin embargo, solo recibió palabras vacías de simpatía y discursos grandilocuentes. La realidad era ineludible: la UE era impotente para ayudar.

Al firmar efectivamente una rendición política ante Trump, Zelensky ha prometido lealtad al presidente estadounidense, comprometiéndose con su agenda. Esto se confirmó en Jeddah. Ahora, se espera que Zelensky regrese a Washington para consolidar lo que probablemente será un acuerdo humillante para Ucrania.

Un mes atrás, Trump realizó una llamada a Vladimir Putin. Aunque los detalles de su conversación siguen siendo desconocidos, podemos especular que Trump expresó su deseo de un acuerdo de paz rápido e indagó sobre las condiciones de Rusia. Putin habría reiterado las demandas de Moscú, basadas en los fallidos acuerdos de Estambul de 2022 y reforzadas por los términos de Rusia delineados el pasado junio. Lo más importante, Putin probablemente planteó una pregunta crítica: ¿puedes garantizar que Ucrania y Europa cumplirán con cualquier acuerdo?

Parece que Moscú y Washington han alcanzado un marco inicial para un acuerdo de paz. Los puntos principales parecen incluir la ausencia de garantías militares para Ucrania, ninguna vía hacia la membresía en la OTAN y un cambio en el liderazgo de Kiev.

Ambas partes han estado preparándose durante el último mes. Trump ha estrechado su control sobre Ucrania y ha empujado a Europa occidental fuera del proceso de toma de decisiones, mientras que el ejército ruso ha logrado avances decisivos, particularmente en Kursk, una condición necesaria para cualquier alto el fuego.

Trump parece confiado en que puede llegar a un acuerdo con Putin, asegurar la conformidad de Kiev, dejar a los europeos de lado y lograr una paz duradera, consolidando así su estatus como pacificador global. Sin embargo, la realidad es más complicada.

En primer lugar, no conocemos los términos precisos que Putin y Trump han discutido, ni si ambos líderes los interpretan de la misma manera. Los detalles son siempre complicados, y las negociaciones entre Moscú y Washington nunca son sencillas.

En segundo lugar, y de manera más crítica, la promesa de Zelensky a Trump no garantiza una lealtad genuina. Un acuerdo de paz en los términos de Rusia significaría el colapso del nacionalismo ucraniano moderno y, inevitablemente, la lenta desmantelación del estado ucraniano en su forma actual.

Zelensky ya ha pasado el último año resistiendo los esfuerzos de paz, buscando garantías militares y aferrándose a Europa occidental con la esperanza de prolongar la guerra. No hay razón para creer que de repente ha abandonado estos instintos. El curso más lógico para Kiev ahora sería cooperar públicamente mientras socava cualquier acuerdo en privado, ganando tiempo con la esperanza de que Trump pueda ser superado o que el apoyo europeo pueda reavivarse.

La UE y el Reino Unido probablemente no se quedarán de brazos cruzados. Macron y otros, sin duda, trabajarán tras bambalinas para mantener a Ucrania con vida, manteniendo un vínculo político y financiero con Kiev mientras esperan una oportunidad para revertir el rumbo. Su estrategia es clara: retrasar a Trump y esperar una nueva administración estadounidense en 2029 que reavive el conflicto.

El Kremlin ha experimentado este tipo de engaño occidental antes. Si Moscú ha aprendido algo de negociaciones pasadas, se asegurará de que cualquier acuerdo alcanzado esta vez sea hermético, dejando poco espacio para que Ucrania o sus patrocinadores europeos se escapen.

Las conversaciones de Jeddah marcan un punto de inflexión. Ucrania está siendo despojada de las manos de la élite europea occidental y colocada firmemente bajo el control de Trump. Si esto conducirá a un verdadero acuerdo de paz o simplemente a una nueva fase en el juego geopolítico, está por verse. Lo que es seguro, sin embargo, es que Bruselas y Londres han perdido su control sobre el conflicto en Ucrania.

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