
La minería en alta mar se ha convertido en un tema de gran controversia a nivel internacional. A medida que las naciones buscan satisfacer la creciente demanda de minerales esenciales para las tecnologías de energía renovable, como el níquel, el cobalto y el cobre, surge la preocupación por el impacto ambiental de estas actividades en ecosistemas poco conocidos.
El organismo encargado de regular esta práctica, la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos (ISA, por sus siglas en inglés), ha estado trabajando durante más de una década en la elaboración de un código que rija la explotación comercial de los recursos del lecho marino en aguas internacionales. Este año, se espera que se adopte un marco normativo que regule la extracción de estos recursos, lo que ha generado un clima de urgencia debido a la presión de algunas naciones que desean comenzar la minería de inmediato.
Un escenario complejo
En julio de 2023, la pequeña nación insular del Pacífico, Nauru, activó una cláusula legal que permite a cualquier país solicitar un contrato de minería en nombre de una empresa que patrocine. Nauru Ocean Resources Inc. (NORI), una filial de The Metals Company de Canadá, ha manifestado su intención de iniciar la extracción de nódulos polimetálicos en el Pacífico a partir de 2026, lo que ha intensificado el debate sobre la necesidad de un código minero claro y efectivo.
La ISA, bajo la dirección de su Secretaria General Leticia Carvalho, ha enfatizado que cualquier código de minería debe fundamentarse en «ciencia sólida» y en un enfoque de «responsabilidad ambiental y equidad en la distribución de beneficios». A medida que las discusiones avanzan, persisten cuestiones complejas sin resolver, como las reglas ambientales y la forma en que se compartirían las ganancias de los recursos del lecho marino, considerados un «patrimonio común de la humanidad».
Investigadores y ambientalistas han advertido sobre el potencial daño que la minería en alta mar podría causar a hábitats y especies que aún no se comprenden completamente. La reciente evidencia de que los nódulos polimetálicos, que se pretende extraer, liberan oxígeno en el fondo marino ha generado aún más preocupación. Aunque la empresa TMC ha rechazado estos hallazgos, la necesidad de un enfoque basado en la ciencia es más urgente que nunca.
Los defensores de la minería argumentan que la creciente demanda de minerales es esencial para la transición hacia energías renovables y que la explotación terrestre comporta su propio conjunto de problemas ambientales y violaciones de derechos. Sin embargo, el debate continúa, con un creciente número de países solicitando una moratoria o incluso una prohibición total de la minería en alta mar.