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La estrategia detrás de los ataques terroristas: ¿oportunidad o reputación?

In Sin categoría
marzo 13, 2025

Un ataque terrorista puede parecer a simple vista un acto indiscriminado de violencia, diseñado únicamente para causar el máximo daño a sus víctimas. Sin embargo, la investigación realizada por el profesor de Ciencia Política de la Universidad de Binghamton, Seden Akcinaroglu, y el candidato a doctorado Yusuf Evirgen, revela que el timing de estos ataques es estratégico y responde a una serie de consideraciones que buscan impactar en objetivos vulnerables mientras se preserva la reputación del grupo terrorista.

Según los autores, «la reputación es crucial para los grupos terroristas, ya que afecta su capacidad para ganar apoyo público, atraer reclutas y negociar con gobiernos». Un historial negativo puede alienar a potenciales simpatizantes e invitar a medidas más severas de contrarresto por parte de las autoridades. Por tanto, el propósito de la violencia no se limita a infundir miedo; los grupos terroristas la utilizan para alcanzar objetivos estratégicos, como socavar la legitimidad del gobierno, imponer cambios de políticas mediante la coerción y demostrar su determinación. Además, esta violencia puede comunicar fuerza tanto a rivales como a posibles reclutas.

El momento y el objetivo de un ataque a menudo transmiten un mensaje específico sobre los objetivos del grupo. Sin embargo, la violencia indiscriminada puede perjudicar la reputación de un grupo, especialmente cuando resulta en bajas civiles que alienan al público en general. En tales ocasiones, los grupos terroristas a veces evitan reclamar la responsabilidad de ataques particularmente brutales para evitar reacciones adversas. La diferencia entre la violencia indiscriminada y la deliberada radica en el enfoque; mientras que la primera afecta a personas al azar, la segunda se dirige a enemigos percibidos, como funcionarios gubernamentales o objetivos militares.

Crisis humanitarias, de seguridad y financieras

Los actos de violencia suelen ocurrir en períodos de crisis, cuando los recursos del estado están limitados. Sin embargo, no todas las crisis son iguales. Akcinaroglu y Evirgen analizan tres tipos de crisis en relación con los ataques terroristas: crisis de seguridad, que implican guerra o la amenaza de guerra; crisis financieras, como recesiones o crisis económicas; y crisis humanitarias, causadas por desastres naturales.

Los investigadores encontraron que, si bien las crisis de seguridad o financieras representan oportunidades para los terroristas, estos son menos propensos a atacar durante crisis humanitarias. La compasión compartida que genera el sufrimiento humano en estas circunstancias crea un entorno en el que la violencia es especialmente condenada. En situaciones humanitarias, los grupos terroristas a menudo participan en esfuerzos de ayuda para mejorar su imagen pública, como ocurrió con el PKK tras el terremoto de Izmit en Turquía en 1999 y el Movimiento Aceh Libre tras el tsunami de 2005 en Indonesia.

Las crisis humanitarias tienden a subsumir las tensiones entre divisiones étnicas y sociales, mientras que las crisis de seguridad y económicas exacerban estas divisiones, erosionando la empatía a medida que los grupos compiten por recursos o poder político. Para los grupos terroristas, las crisis financieras ofrecen las mejores oportunidades para actuar.

Las amenazas de guerra pueden provocar un efecto de «unión alrededor de la bandera», aumentando la percepción de legitimidad del gobierno y reduciendo el apoyo hacia los grupos terroristas, aunque divisiones étnicas o políticas persistentes aún puedan ofrecerles una apertura. Por otro lado, los descensos económicos pueden debilitar la legitimidad del estado y la confianza pública. Las reformas destinadas a abordar la crisis a menudo resultan en despidos masivos, el colapso de redes de seguridad social y quiebras generalizadas, lo que profundiza las divisiones en la sociedad. En estas circunstancias, los grupos terroristas pueden explotar la respuesta pública fragmentada con un coste reputacional mínimo.

La investigación de Akcinaroglu y Evirgen subraya que algunos gobiernos pueden exagerar o fabricar amenazas de seguridad para unificar a la población y justificar medidas represivas. Entender estos patrones puede ayudar a los responsables políticos a anticipar y mitigar ataques de manera más efectiva, desafiando así la noción de que los terroristas actúan de forma puramente oportunista; la reputación juega un papel crucial en sus decisiones, que reflejan cálculos cuidadosos de costo y beneficio.

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