
A medida que el mundo enfrenta el desafío del cambio climático, los países que firmaron el Acuerdo de París han delineado sus compromisos para reducir las emisiones en documentos conocidos como Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC). Estos planes de acción climática son presentados oficialmente a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCCC) cada cinco años, detallando sus objetivos de reducción y estrategias para alcanzarlos. Las NDC son un pilar fundamental del Acuerdo de París, diseñadas para rastrear el progreso global y fomentar acciones climáticas cada vez más ambiciosas con el tiempo. Sin embargo, un nuevo estudio sugiere que estos documentos contienen mucho más, revelando las prioridades, retos y enfoques hacia la sostenibilidad de cada país.
Un equipo de investigación, que incluye expertos de la ESCP Business School y la Universitat Autònoma de Barcelona, aplicó métodos de lingüística computacional —utilizando aprendizaje automático para analizar textos— a más de 300 NDCs presentadas por naciones de todo el mundo. El estudio identificó 21 temas clave dentro de los documentos, que se agruparon en siete categorías más amplias, incluyendo desarrollo, objetivos de mitigación e impactos del cambio climático.
Las diferencias en las prioridades climáticas entre países
Uno de los hallazgos más sorprendentes del estudio es el contraste en cómo los países de altos ingresos y los de bajos ingresos enmarcan sus compromisos climáticos. Las naciones más ricas, como Estados Unidos, Japón y la Unión Europea (que representa a sus 27 Estados miembros), tienden a centrarse en los objetivos de reducción de emisiones, pero a menudo carecen de hojas de ruta detalladas sobre políticas o medidas regulatorias para lograrlos. Por ejemplo, la primera NDC de la UE consiste en una declaración concisa de su objetivo de emisiones, acompañada de una tabla de información técnica y una breve sección de «seguimiento». Con alrededor de 1,000 palabras, es uno de los compromisos más breves. Aunque las NDCs actualizadas de la UE brindan algunos resúmenes de políticas y legislación, faltan detalles sobre cómo estas contribuyen a alcanzar los objetivos. De manera similar, la NDC actualizada de Estados Unidos de 2021 establece un objetivo de reducir las emisiones netas de gases de efecto invernadero en un 50-52% por debajo de los niveles de 2005 para 2030, pero carece de detalles sobre políticas concretas en la breve sección que describe el plan para lograr esta meta.
En contraste, las naciones en desarrollo suelen adoptar un enfoque más amplio, integrando la política climática dentro de los objetivos de desarrollo sostenible. Sus NDC destacan el crecimiento económico, la justicia social y la adaptación a los impactos climáticos junto con la mitigación. Muchos enfatizan que necesitan apoyo financiero y tecnológico de las naciones más ricas para cumplir con sus compromisos. La NDC actualizada de Venezuela de 2021 es quizás el ejemplo más extremo de esto, superando las 76,000 palabras y convirtiéndose en el documento más extenso de todas las presentaciones, incorporando la acción climática dentro de una «visión política de desarrollo sostenible del país» de carácter eco-socialista.
A pesar de sus recursos limitados, algunos países en desarrollo han producido NDCs claras y detalladas. La NDC actualizada de Etiopía de 2021 proporciona proyecciones específicas por sectores de emisiones bajo diferentes escenarios, junto con intervenciones políticas claras para alcanzar sus objetivos. La NDC actualizada de Vanuatu de 2022 vincula sistemáticamente las acciones políticas a los objetivos de desarrollo sostenible pertinentes y especifica el nivel de apoyo financiero internacional necesario para su implementación. Estos ejemplos ilustran cómo algunas naciones de bajos ingresos no solo están integrando la acción climática en sus planes de desarrollo más amplios, sino también delineando caminos concretos para llevarlas a cabo.
El contraste entre estas NDCs y las presentadas por los países de altos ingresos plantea preguntas fundamentales sobre la justicia climática. Por ejemplo, ¿quién debería asumir la carga económica de las políticas climáticas: las naciones desarrolladas con altas emisiones históricas o los países en desarrollo que luchan por su crecimiento económico? Esta cuestión desafía la equidad de imponer políticas climáticas uniformes a países con capacidades económicas y contribuciones históricas a las emisiones globales tan dispares. Más preguntas incluyen cómo pueden las políticas climáticas garantizar una transición justa para las industrias y regiones desproporcionadamente afectadas por la reducción de emisiones y cómo pueden diseñarse políticas para minimizar los costos sociales mientras se logran objetivos ambientales. Las NDCs de las naciones en desarrollo reflejan estas cuestiones, equilibrando la acción climática con retos económicos y sociales urgentes.
El estudio también ha rastreado cómo han evolucionado las NDCs a lo largo del tiempo. Las primeras NDCs solían ser declaraciones amplias de intención, centradas en compromisos generales más que en acciones concretas. Las actualizaciones más recientes tienden a ser más detalladas, con algunos países desglosando estrategias de mitigación por sectores como energía, agricultura y transporte. Sin embargo, la transparencia sigue siendo un problema: muchas promesas aún carecen de especificaciones y detalles sobre cómo los gobiernos planean financiar o implementar sus objetivos climáticos, dejando incertidumbres sobre si las promesas se traducirán en acción.
La falta de un formato estandarizado para las NDCs representa un desafío significativo. Cada país presenta su documento en su propio formato, lo que dificulta a los investigadores evaluar qué políticas son efectivas y cuánto progreso se está logrando. Algunos países proporcionan informes muy estructurados y detallados, mientras que otros solo envían breves resúmenes. Muchas promesas todavía carecen de transparencia, especialmente en lo que respecta a financiamiento e implementación. Un formato de reporte común, desarrollado por la UNFCCC y basado en lecciones de los mejores ejemplos de NDCs, podría permitir una mejor comparación de los compromisos climáticos y aumentar su transparencia. Este formato podría incluir líneas base de emisiones estandarizadas, objetivos de reducción específicos por sector, cronogramas para la implementación de políticas y metodologías claras para medir el progreso. También podría requerir que los países informen sobre el apoyo financiero y tecnológico que necesitan —o proporcionan— para garantizar una transición justa. Estos elementos no solo harían que las NDCs fueran más comparables, sino que también ayudarían a identificar brechas, mejores prácticas y posibles áreas para la cooperación internacional.
A medida que se acerca la próxima ronda de negociaciones climáticas globales, es urgente contar con compromisos más claros y una mayor rendición de cuentas. Sin estos, los objetivos del Acuerdo de París podrían permanecer solo en papel.