
Recientes investigaciones provenientes del Departamento de Psicología de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología (NTNU) han puesto de manifiesto una alarmante tendencia en el sistema judicial noruego: los mitos sobre la violación, que incluyen estereotipos sobre el comportamiento de las víctimas, influyen de manera significativa en la duración de las condenas impuestas a los agresores. Este estudio, que analizó 153 sentencias judiciales, revela que los casos en los que las víctimas son descritas de manera prejuiciosa reciben sentencias hasta 16 meses más cortas que aquellos en los que tales descripciones son omitidas.
El impacto de los mitos sobre la violación
La investigación encontró que descripciones como «vestía ropa reveladora» o «había tenido relaciones sexuales previas» se utilizan frecuentemente en los juicios, afectando negativamente la percepción de culpabilidad del agresor. Kirsten Rinde, autora principal del estudio titulado ¿Ella lo pidió?, señala que este tipo de narrativas están profundamente arraigadas en la sociedad y se manifiestan incluso en casos que incluyen pruebas médicas y violencia, donde las condenas siguen siendo más ligeras si se incluyen tales descripciones.
El estudio se basa en 2054 sentencias de apelación en casos de violación entre 2013 y 2023, de las cuales 51 presentaban descripciones relacionadas con el cuestionario de aceptación de mitos sobre la violación (IRMA). Este cuestionario mide el grado de creencias que trivializan o legitiman los incidentes de violación. Rinde enfatiza que la inclusión de descripciones irrelevantes para la evaluación de culpabilidad es preocupante, y llama a la reflexión sobre cómo estas actitudes influyen en los juicios.
Los resultados evidencian que los mitos sobre la violación distorsionan la percepción de la culpa, llevando a sentencias más suaves para los agresores. Este fenómeno subraya la necesidad de una mayor conciencia y educación sobre el impacto de estos estereotipos en el sistema judicial, así como la importancia de basar los juicios en pruebas objetivas y no en prejuicios culturales.
El estudio también destaca la relevancia de testigos expertos, quienes pueden proporcionar contextos cruciales sobre el comportamiento de las víctimas, como la respuesta de ‘congelación’ que muchas experimentan durante un ataque, o el hecho de que algunas víctimas tardan en denunciar el abuso. La incorporación de testimonios expertos podría contribuir a desmitificar creencias erróneas y a una valoración más justa de los testimonios de las víctimas.
En un contexto donde los mitos sobre la violación son aún prevalentes, el trabajo de Rinde y su equipo representa un paso significativo hacia la creación de un sistema judicial más equitativo y consciente de las realidades que enfrentan las víctimas de agresiones sexuales. La investigación invita a la sociedad a reconsiderar las narrativas que rodean a estos delitos y a defender una justicia que priorice la verdad y la equidad sobre los prejuicios.