
Recientemente, el Telescopio Espacial James Webb (JWST) ha capturado imágenes impresionantes de una nebulosa conocida como Lynds 483, situada a unos 650 años luz de la Tierra. Este fenómeno, que se asemeja a un reloj de arena cósmico, es el resultado de un intenso proceso de formación estelar, donde un sistema de estrellas binarias se encuentra en sus primeras etapas de desarrollo.
La nebulosa Lynds 483 se ha convertido en un lugar ideal para que el JWST estudie los procesos de formación estelar. En este entorno, las estrellas se alimentan de material proveniente de una nube molecular que ha colapsado bajo su propia gravedad. Sin embargo, de manera paradójica, estas estrellas también expulsan material en forma de chorros rápidos y flujos más lentos, generando así la nebulosa que observamos.
Detalles sobre la formación de la nebulosa
Los chorros que se forman son producto de la acumulación de material rico en diversas moléculas que cae sobre los jóvenes protostrellas. En el caso de Lynds 483, se han identificado dos protostrellas, siendo una de ellas una compañera de menor masa descubierta en 2022 por un equipo de investigadores liderado por Erin Cox, utilizando el Atacama Large Millimeter/submillimeter Array (ALMA) en Chile. La presencia de estas dos estrellas es crucial para comprender la dinámica de la nebulosa.
Aunque no podemos ver las protostrellas en las imágenes obtenidas por el JWST, se encuentran en el centro de un denso torus de gas y polvo. Este torus, que rodea a las estrellas, se alimenta del material que proviene de la nebulosa en forma de chorros y flujos que chocan con el material circundante, creando formas intrincadas.
Los jets y flujos no son constantes; ocurren en ráfagas, especialmente cuando las estrellas son «sobrealimentadas», lo que provoca que expulsen parte del material que han acumulado. Los campos magnéticos desempeñan un papel crucial en este proceso, dirigiendo los flujos de partículas cargadas.
El JWST ha revelado detalles complejos en los lóbulos de Lynds 483, incluyendo frentes de choque donde los flujos colisionan con el material circundante. Estos encuentros crean estructuras que son visualmente fascinantes, como los pilares de gas y polvo que resisten la erosión de los flujos.
Además, las observaciones por parte de ALMA han detectado ondas de radio polarizadas provenientes del frío polvo en el corazón de la nebulosa. Esta polarización es resultado de la orientación del campo magnético presente, que influye en la forma en que se desarrollan los chorros y flujos.
El estudio de sistemas estelares jóvenes como el de Lynds 483 es esencial para comprender el ciclo de vida de las estrellas, desde su formación en nubes moleculares hasta su eventual evolución. Este caso particular es interesante porque no parece estar asociado a una región de formación estelar más grande, lo que podría significar que opera bajo reglas diferentes a las de enormes núcleos estelares como la Nebulosa de Orión.
A medida que los científicos continúan analizando la forma y el desarrollo de Lynds 483, podrán ajustar sus modelos de formación estelar, ayudando a desentrañar no solo cómo se formaron las estrellas que vemos en el cielo, sino también cómo se originó nuestro propio sol hace aproximadamente 4.6 mil millones de años.