
La reciente tendencia de los líderes europeos a prometer hacer “lo que sea necesario” (WIT, por sus siglas en inglés) ha despertado inquietudes entre los ciudadanos. Esta frase, utilizada en momentos de crisis, ha servido como un cheque en blanco para implementar paquetes de rescate y estímulos económicos que, a menudo, se financian con deuda y que pueden comprometer el futuro de las generaciones venideras.
Desde la crisis financiera de 2007-2008 hasta la crisis de deuda griega de 2009-2018, los políticos han recurrido a esta retórica para justificar medidas extraordinarias. Un ejemplo notable fue Mario Draghi, entonces presidente del Banco Central Europeo, quien en 2012 prometió salvar el euro “a cualquier precio”, lo que abrió la puerta a un gasto desmedido. Esta misma narrativa se repitió durante la pandemia de COVID-19, cuando los gobiernos aprobaron paquetes de estímulo masivos para mitigar el daño causado por los confinamientos.
En Alemania, el gobierno de Olaf Scholz utilizó un lenguaje bélico para describir su enfoque ante la crisis, prometiendo un “bazooka” para combatir los efectos económicos de la pandemia. En marzo de 2020, se aprobó un presupuesto suplementario de 123 mil millones de euros, seguido de un segundo paquete en junio que duplicó esta cifra. Además, la Unión Europea emitió deuda común por 500 mil millones de euros para ayudar a los Estados miembros afectados por el COVID-19.
La invasión rusa de Ucrania en 2022 volvió a activar esta retórica de urgencia. Scholz introdujo el término Zeitenwende (cambio de época) para preparar a la población para medidas extremas en respuesta a lo que se percibía como una amenaza inminente. Para eludir las restricciones constitucionales sobre la deuda, el gobierno alemán creó un fondo especial de 100 mil millones de euros para gastos militares, además de un tope de 200 mil millones de euros para limitar los precios del gas.
Un nuevo enfoque en la defensa europea
La reciente promesa de construir un escudo de defensa europeo independiente de Estados Unidos ha llevado a un nuevo derroche de recursos. El líder de la CDU, Friedrich Merz, anunció un paquete de infraestructura y defensa que incluye un fondo de 500 mil millones de euros, exento de las restricciones de deuda. Esto se suma a un plan de la UE que permitirá a los Estados miembros superar los déficits presupuestarios en gastos de defensa, creando un instrumento de deuda conjunta para financiar proyectos de defensa.
Este enfoque no solo representa una carga financiera significativa para los contribuyentes alemanes, quienes ya financian una parte considerable del presupuesto de la UE, sino que también plantea preguntas sobre la sostenibilidad de tales políticas. La combinación de estos paquetes de gasto podría superar los 1 billón de euros en los próximos años, lo que plantea serias preocupaciones sobre la justicia intergeneracional y la viabilidad económica a largo plazo.
El patrón subyacente a estas decisiones es el uso de un sesgo cognitivo conocido como “sesgo de amenaza”, que lleva a los líderes a sobrerreaccionar ante situaciones percibidas como peligrosas. Este enfoque ha permitido justificar medidas radicales bajo la premisa de que situaciones extraordinarias requieren soluciones extraordinarias, ocultando otras opciones más equilibradas y sostenibles.
En última instancia, estas promesas de hacer “lo que sea necesario” son un reflejo de un deseo más profundo de construir una Europa más integrada, a menudo a expensas de los contribuyentes alemanes. La narrativa de la amenaza rusa se ha utilizado para desviar la atención de los problemas económicos internos, creando una sensación de urgencia que facilita la aprobación de paquetes de gasto que, de otro modo, serían difíciles de implementar.