Greenpeace condenada a pagar más de 660 millones a Energy Transfer por el caso del Dakota Access Pipeline

In Economía
marzo 20, 2025

Recientemente, un jurado en Mandan, Dakota del Norte, ha dictado un veredicto que ha generado un importante debate sobre la libertad de expresión y la criminalización de la protesta ambiental. La organización Greenpeace ha sido condenada a pagar más de 660 millones de dólares a la compañía energética Energy Transfer, conocida por ser la desarrolladora del controvertido Dakota Access Pipeline.

El fallo se produce tras un juicio que duró dos días y en el que se consideró que Greenpeace había realizado acciones destinadas a impedir la construcción del oleoducto, acciones que se remontan a casi una década atrás. Este veredicto representa un golpe legal significativo para la organización, que ha advertido que podría verse forzada a la bancarrota debido a esta sentencia. Greenpeace ha declarado su intención de apelar el veredicto, lo que ha llevado a la organización a calificar el caso como un ejemplo claro de lo que se conoce como SLAPP, que se refiere a demandas estratégicas contra la participación pública.

Implicaciones del veredicto para la libertad de expresión

Sushma Raman, directora ejecutiva interina de Greenpeace en Estados Unidos, ha manifestado que este caso debería alarmar a todos, independientemente de sus inclinaciones políticas. Según Raman, se trata de un esfuerzo renovado por parte de las corporaciones para utilizar los tribunales como un arma destinada a silenciar las voces críticas y la disidencia. La organización ha subrayado la importancia de proteger el derecho a la protesta pacífica y la libertad de expresión, que se encuentran en el centro del debate sobre el papel de las grandes empresas en la sociedad.

Por su parte, Energy Transfer ha celebrado el veredicto, afirmando que representa una victoria para los ciudadanos de Mandan y Dakota del Norte, quienes, según la empresa, sufrieron las consecuencias de las protestas organizadas por Greenpeace. Este fallo pone de relieve una tensión creciente entre los derechos de las corporaciones y los derechos de los activistas, así como la necesidad de un espacio seguro para la oposición y la crítica en el ámbito ambiental.

El caso de Greenpeace no solo es un reflejo de las dinámicas de poder entre el activismo ambiental y las corporaciones, sino que también plantea cuestiones fundamentales sobre la justicia y la equidad en la lucha por la protección del medio ambiente. En un contexto donde la defensa de la Tierra se enfrenta a intereses económicos poderosos, es crucial que se mantenga el diálogo sobre la legitimidad de las acciones de protesta y la responsabilidad de las empresas en el respeto a los derechos de los ciudadanos.

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