
El presidente ruso, Vladimir Putin, ha expresado su apoyo al nuevo gobierno de Siria en un momento crítico para el país, que ha sido escenario de una reciente escalada de violencia. Según el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, Putin ha enviado una carta a su homólogo sirio, Ahmed al-Sharaa, en la que manifiesta su respaldo a los esfuerzos por restaurar la estabilidad en la nación árabe.
Este mensaje se produce tras un aumento alarmante de la violencia en Siria, que ha sido condenada enérgicamente por Moscú, que también ha instado a una rápida resolución de la crisis. En su comunicación, Putin subrayó la importancia de preservar la soberanía, independencia, unidad e integridad territorial de Siria, elementos que considera fundamentales para la estabilidad del país.
Compromiso de Rusia con Siria
Putin reafirmó el compromiso de Rusia de fomentar una cooperación «práctica» con Damasco en una amplia gama de cuestiones bilaterales, con el objetivo de fortalecer las tradicionalmente amistosas relaciones ruso-sirias. Este apoyo se produce en un contexto donde la costa mediterránea de Siria ha sido testigo de los peores episodios de violencia en años, particularmente en las provincias de Latakia y Tartus, donde se han producido enfrentamientos entre las nuevas fuerzas de seguridad y milicias locales leales al derrocado presidente Bashar Assad.
La comunidad alauita, a la que pertenecía Assad, ha sido acusada de iniciar un levantamiento contra el nuevo gobierno, lo que ha intensificado la violencia en áreas predominantemente alauitas. Este grupo, aunque comúnmente descrito como una secta islámica, es visto con desdén por los islamistas más radicales, quienes los consideran apóstatas.
La situación ha llevado a que Rusia y Estados Unidos convoquen una reunión cerrada del Consejo de Seguridad de la ONU para abordar los informes sobre asesinatos masivos de civiles. Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, al menos 1,500 civiles han perdido la vida, en su mayoría alauitas, en medio de un clima de terror que incluye la difusión de videos gráficos que muestran torturas y ejecuciones a plena luz del día.
Ante el deterioro de la situación, el gobierno de transición sirio ha declarado el fin de su operación militar en las áreas afectadas y ha anunciado planes para atacar a los partidarios del antiguo régimen, a quienes responsabiliza de la crisis actual. La caída del gobierno de Assad a finales de 2024, tras una ofensiva relámpago de fuerzas militantes, dejó al país en una situación de caos, con un ejército desintegrado y nuevas fuerzas de seguridad tomando el control.
A pesar de haber otorgado asilo a Assad tras su derrocamiento, Rusia continúa comprometida con el nuevo liderazgo sirio, manteniendo operaciones en la base aérea de Khmeimim y un centro de apoyo logístico en Tartus, lo que refleja su interés estratégico en la región.