
Estudios recientes han demostrado que los stocks de carbono en los ecosistemas terrestres están en aumento, lo que ayuda a mitigar alrededor del 30% de las emisiones de CO2 vinculadas a las actividades humanas. A pesar de que el valor total de los sumideros de carbono en la superficie terrestre es bastante conocido, la distribución del carbono entre los diferentes reservorios terrestres sigue siendo un enigma para los investigadores.
Los principales reservorios de carbono se dividen en la biomasa viva, que incluye principalmente los bosques, y los reservorios de carbono no vivo, que abarcan la materia orgánica del suelo, los sedimentos en el fondo de lagos y ríos, y los humedales. Este carbono no vivo proviene, en particular, de los excrementos y la descomposición de plantas y animales muertos, que eventualmente se convierten en alimento para los organismos del suelo. Si bien los mecanismos de acumulación de carbono en la biomasa viva son bien conocidos, las variaciones en los reservorios de carbono no vivo son más difíciles de medir y comprender.
Aumento del 30% en los sumideros de carbono terrestres en la última década
Un equipo de investigación, coordinado por Yinon Bar-On del Instituto de Tecnología de California, ha encontrado que entre 1992 y 2019 se han secuestrado aproximadamente 35 gigatoneladas de carbono en la superficie terrestre. Este aumento ha sido del 30% en la última década, pasando de 0.5 gigatoneladas por año a 1.7 gigatoneladas por año. Sin embargo, sorprendentemente, la vegetación, principalmente los bosques, representa solo el 6% de estas ganancias de carbono. Hasta ahora, se consideraba que los bosques eran los principales sumideros de carbono.
Los disturbios asociados al cambio climático y a las actividades humanas, como incendios y la deforestación, han hecho que estos bosques sean cada vez más vulnerables, llegando en ciertos casos a emitir casi tanto carbono como el que logran acumular. A pesar de esto, siguen siendo importantes reservas de carbono que requieren protección.
Los resultados de este estudio indican que una fracción considerable de los mecanismos de acumulación de carbono terrestre está vinculada al enterramiento de carbono orgánico en ambientes anaeróbicos, como el fondo de cuerpos de agua naturales y artificiales. De manera sorprendente, se ha descubierto que una proporción significativa de los sumideros de carbono terrestres puede estar relacionada con actividades humanas, como la construcción de presas o estanques artificiales, e incluso el uso de madera.
Un aspecto positivo de este estudio es que la mayoría de las ganancias de carbono terrestre se almacenan de manera más duradera en comparación con la biomasa vegetal viva. La falta de datos sobre la acumulación de carbono en suelos, cuerpos de agua y humedales ha llevado a los modelos dinámicos actuales de vegetación global a sobrestimar en gran medida el papel de los bosques en los sumideros de carbono terrestres. Este estudio identifica procesos clave en la acumulación de carbono terrestre que no están incluidos en los modelos actuales, lo que podría servir como un recurso valioso para validar futuros modelos dinámicos de vegetación global en la biomasa vegetal viva.
Más información: Yinon M. Bar-On et al, Recent gains in global terrestrial carbon stocks are mostly stored in non-living pools, Science (2025). DOI: 10.1126/science.adk1637. www.science.org/doi/10.1126/science.adk1637
Proporcionado por INRAE – Instituto Nacional de Investigación para la Agricultura, la Alimentación y el Medio Ambiente