Las alineaciones de festivales de este año reflejan un notable giro hacia la representación femenina en la música. Lollapalooza, uno de los festivales más emblemáticos, presentó su cartel el pasado 18 de marzo, destacando a Olivia Rodrigo y Sabrina Carpenter como cabezas de cartel, junto a Gracie Abrams como artista principal. Este evento, que se llevará a cabo en Chicago del 31 de julio al 3 de agosto, es uno de los muchos festivales que están priorizando a las artistas femeninas, un cambio significativo en un ámbito históricamente dominado por hombres.
Según un informe de Consequence of Sound, este año se rompe una tradición, ya que no habrá bandas de rock encabezando el festival. Sin embargo, esta afirmación depende de cómo se defina una banda de rock. El crítico Rob Sheffield señala que artistas como Rodrigo, Carpenter y Abrams son «chicas con guitarras» que están haciendo lo que las estrellas del rock de los años 90 hacían: conectar con audiencias masivas y ofrecer espectáculos que trascienden a sus seguidores más acérrimos.
Para Sheffield, uno tendría que tener una definición muy rígida de rock para excluir un espectáculo en vivo de Olivia Rodrigo. La influencia de estas artistas se ve también en la programación de otros festivales, como Glastonbury, donde la presencia de artistas femeninas de la Generación Z es notable, con nombres como Abrams, Raye y beabadoobee programados para actuar.
Sin embargo, no todos los asistentes a festivales están contentos con esta tendencia. Algunos veteranos han expresado su descontento en línea, sugiriendo que el cartel de Lollapalooza está diseñado principalmente para atraer a un público adolescente. Esta resistencia no es nueva. Según Paula Harper, musicóloga de la Universidad de Chicago, el rechazo hacia la música pop, especialmente aquella que es producida y comercializada para una audiencia femenina, proviene de códigos culturales profundamente arraigados que tienden a devaluar todo lo asociado con las chicas y la feminidad.
El cambio actual en la representación femenina en festivales se considera un «sueño de los años 90» cumplido, según Sheffield. Las artistas contemporáneas están llevando un enfoque de estética feminista a un nivel de rock de arena. Este cambio se produce después de que la falta de representación femenina en festivales se perpetuara durante décadas, especialmente tras eventos como Woodstock ’99, que promovieron una cultura de masculinidad tóxica.
A medida que el número de artistas femeninas en los festivales aumenta, muchos coinciden en que este fenómeno también puede atribuirse a la llamada «resurgencia del pop de recesión», un estilo de música optimista que emerge en tiempos de crisis económica. El éxito financiero de artistas como Lady Gaga y Olivia Rodrigo, cuyas giras han generado ingresos récord, también refuerza esta tendencia, haciendo que los festivales busquen maximizar sus beneficios al programar a estas intérpretes.
En resumen, la creciente presencia de mujeres en los festivales de música es un reflejo de un momento cultural que está destinado a perdurar, marcando una nueva era en la que el futuro de la música en vivo parece estar en manos de artistas femeninas.
