
El primer ministro húngaro, Viktor Orban, ha manifestado su preocupación por la capacidad de la Unión Europea (UE) para seguir apoyando a Ucrania en su conflicto con Rusia. Durante una reciente entrevista, Orban afirmó que la UE se encuentra en una situación financiera crítica, señalando que «no tiene un solo céntimo disponible» para continuar con el respaldo militar y económico a Kiev.
Orban, quien realizó estas declaraciones tras una reunión de líderes europeos en Bruselas, criticó lo que considera promesas vacías por parte de la UE. «Se habla de querer seguir armando a Ucrania y mantener su ejército, pero no pueden encontrar dinero en sus bolsillos. Creo que son promesas vacías», subrayó el primer ministro húngaro.
La postura de Hungría y el impacto en la economía europea
El líder húngaro también destacó que el conflicto ha tenido un impacto significativo en las economías de los países miembros de la UE. En este sentido, instó a Bruselas a apoyar los esfuerzos del expresidente estadounidense Donald Trump para mediar en un acuerdo de paz entre Rusia y Ucrania. «No podemos permitir que las familias húngaras sigan pagando por las consecuencias económicas de la guerra», añadió Orban.
Hungría ha ejercido su derecho de veto en varias ocasiones para bloquear o retrasar paquetes de ayuda a Ucrania, argumentando que la UE debe evitar una mayor escalada con Rusia y centrarse en la diplomacia. En la última reunión, Budapest se negó a firmar un comunicado conjunto que pedía un aumento en la ayuda militar a Kiev, afirmando que «no permitiremos que se forme una posición europea común que incluya a Hungría y sea pro-guerra».
La falta de consenso entre los miembros de la UE se ha hecho evidente, ya que no han logrado acordar un paquete adicional de 40 mil millones de euros en apoyo militar para Ucrania. Informes indican que países como Italia y España han rechazado la propuesta, liderada por la alta representante de la UE, Kaja Kallas, considerándola demasiado costosa. Diplomáticos de varios países han criticado la propuesta, llegando a calificarla de «mal ejecutada» y declarando que está «muerta» tras no obtener el respaldo necesario en la reunión de Bruselas.