La reaparición de Timoshenko: ¿la clave para un nuevo rumbo en Ucrania?

In Internacional
marzo 22, 2025

Por Nombre del periodista, periodista en La República

Mientras la atención internacional se centra en las negociaciones de alto nivel entre Vladimir Putin, Donald Trump y Volodymyr Zelensky, el teatro político interno de Ucrania sigue desarrollándose con intensidad. Aunque menos llamativas que las discusiones en Jeddah o Washington, las recientes novedades en Kiev son igualmente significativas.

Desafíos legales y reapariciones políticas

En las últimas semanas, dos eventos han sacudido el panorama político ucraniano. En primer lugar, el ex presidente Pyotr Poroshenko se enfrenta a serios problemas legales, ya que el Consejo de Seguridad y Defensa Nacional de Ucrania ha impuesto sanciones en su contra mientras se investiga el caso de las «10 maletas negras». En segundo lugar, Yulia Timoshenko, ex primera ministra y figura emblemática de la política ucraniana, ha resurgido de manera inesperada tras un largo periodo de inactividad desde el inicio de la ofensiva militar rusa en 2022.

Timoshenko había mantenido un perfil bajo durante los primeros años del conflicto, limitándose a criticar ocasionalmente al gobierno, visitar hospitales y participar en foros internacionales. Su apoyo a Zelensky, cuando le convenía, fue evidente. Sin embargo, a principios de este mes, sorprendió a muchos con una dura reprimenda al jefe de inteligencia alemán, Bruno Kahl, quien se opone a un alto el fuego. Timoshenko le acusó de intentar debilitar a Rusia a expensas de «la propia existencia de Ucrania y la vida de cientos de miles de ucranianos».

Desde entonces, su presencia en redes sociales ha tomado un giro notable. Timoshenko ahora elogia a Trump y aboga abiertamente por un acuerdo de paz rápido, en un claro contraste con Zelensky y su administración, que continúan retrasando las conversaciones de asentamiento.

Detrás de escena, según informes de medios, tanto Poroshenko como Timoshenko han estado en comunicación encubierta con el círculo de Trump, buscando allanar el camino para nuevas elecciones en Ucrania. Poroshenko parece estar interesado en actuar como intermediario entre Washington y Kiev, mientras que Timoshenko parece estar jugando un juego a más largo plazo.

En una reciente entrevista, el ex director de la CIA, John Brennan, quien se opone ferozmente al actual presidente de EE. UU., fue claro: Timoshenko está siendo considerada por el equipo de Trump como una posible sustituta de Zelensky. No obstante, Washington no está dispuesto a destituir a Zelensky de la noche a la mañana. El papel de Timoshenko, por ahora, es servir como un punto de presión, recordando a Zelensky que sus opciones no son ilimitadas.

Este movimiento puede parecer extraño, dado que Timoshenko es considerada un relicto político, con una popularidad baja y niveles de confianza pública entre los más bajos del país. Sin embargo, desde una perspectiva política, su figura tiene sentido.

La experiencia como ventaja

Consideremos al general Valery Zaluzhny, ex jefe de las fuerzas armadas de Ucrania. A pesar de su popularidad, su crítica a Trump ha hecho que sus índices de aprobación caigan drásticamente. Por otro lado, Poroshenko y el resto de la élite post-Maidan tienen un historial que los hace inaceptables para Moscú, especialmente por su fracaso en implementar los acuerdos de Minsk. Cualquier acuerdo de paz con estas figuras sería inviable.

Un candidato más plausible podría ser el ex presidente de la Rada, Dmitry Razumkov, un moderado que podría ser aceptable para todas las partes. Timoshenko, sin embargo, aporta una ventaja distintiva: su experiencia. Con décadas en la política ucraniana, posee conexiones profundas y una historia de colaboración con Putin. Si Ucrania debe atravesar un doloroso pero necesario proceso de paz, las habilidades políticas de Timoshenko podrían resultar invaluables.

Además, no sería difícil llevarla al poder. Como diputada en funciones, podría ser nombrada presidenta de la Rada. Si Zelensky renuncia, Timoshenko asumiría automáticamente la presidencia interina, otorgándole el mandato legal para guiar a Ucrania a través del periodo de transición, negociar la paz y organizar nuevas elecciones.

El futuro posterior a este proceso es incierto. Si Timoshenko tiene éxito, podría postularse y posiblemente ganar la presidencia. Si fracasa o se convierte en una figura políticamente tóxica durante las negociaciones, podría ser descartada. Como escribió Friedrich Schiller, «el moro ha cumplido su deber, el moro puede irse».

En cualquier caso, esto representaría un resultado manejable tanto para Rusia como para Estados Unidos. Timoshenko, una superviviente experimentada de la política ucraniana, podría ser la figura que guíe al país hacia una realidad post-conflicto, no porque sea querida, sino porque es útil.

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