En una serie de audiencias llevadas a cabo por una comisión de investigación del Parlamento francés, cuatro de los actores más reconocidos del país han testificado sobre la violencia sexual en la industria del cine. Entre ellos se encuentran el ganador del Oscar Jean Dujardin y otras figuras prominentes como Pio Marmaï, Jean-Paul Rouve y Gilles Lellouche. La sesión, que tuvo lugar la semana pasada, se desarrolló de forma privada a petición de los actores, pero el 18 de marzo se hizo público un resumen de la discusión por parte de la Asamblea Nacional.
Desde su creación en octubre, la comisión ha interrogado a numerosos ejecutivos del cine, guionistas, periodistas y artistas. En diciembre, varias actrices, entre ellas Juliette Binoche, Virginie Efira y Noémie Merlant, también ofrecieron su testimonio en sesiones cerradas al público. Esta fue la primera vez que actores masculinos de gran renombre participaron en la investigación, que busca abordar y mitigar el acoso y la violencia sexual en el sector cinematográfico.
Durante su intervención, los actores reconocieron su ignorancia sobre las experiencias de abuso que vivieron sus colegas femeninas. Jean-Paul Rouve declaró: “No estamos mintiendo al decir que no hemos visto ni oído nada. Ninguna de mis amigas actrices me ha dicho nunca que un director o un actor fuera molesto. Lo que escuchábamos era: ‘Es un poco ligón’. Pero no podía imaginar lo que estaban pasando o hasta dónde podía llegar. Como hombre, no he experimentado todo eso. Es un mundo que he descubierto”.
Gilles Lellouche, por su parte, admitió que la actitud de muchos hombres en la industria probablemente no alentó a las mujeres a hablar sobre sus experiencias. “El movimiento #MeToo ha creado un despertar colectivo”, afirmó, subrayando que es inaceptable no involucrarse en una cuestión tan crítica.
La comisión, presidida por la diputada de los Verdes Sandrine Rousseau, fue impulsada por la actriz Judith Godrèche, quien se ha convertido en una voz influyente en la lucha contra la violencia sexual tras acusar a los directores Benoît Jacquot y Jacques Doillon de abuso sexual cuando ella era adolescente. Ambos directores han negado las acusaciones.
En los años posteriores al surgimiento del movimiento #MeToo en 2017, varios actores y cineastas franceses han enfrentado acusaciones similares, incluidos nombres de gran notoriedad como Gérard Depardieu y Édouard Baer. En febrero, el director Christophe Ruggia fue declarado culpable de abusar sexualmente de la actriz Adèle Haenel cuando ella tenía entre 12 y 14 años. Estas denuncias han llevado a la industria del cine francés a una profunda reflexión sobre sus prácticas y cultura laboral.
En su testimonio, Dujardin, Rouve, Lellouche y Marmaï reflexionaron sobre sus propias acciones. Lellouche reconoció que, al examinar su comportamiento pasado, se dio cuenta de que había sido “torpe”. Marmaï, por su parte, admitió haber hecho bromas malinterpretadas y que en ocasiones tuvo que disculparse por sus acciones. “He hecho muchas escenas de desnudo y sexo cuando era más joven. Con el tiempo, me di cuenta de que me sentía presionado”, comentó, destacando la importancia de contar con coordinadores de intimidad en los rodajes para garantizar un ambiente seguro.
A lo largo de sus casi seis meses de trabajo, la comisión ha tenido momentos tensos. Recientemente, el productor Dominique Besnehard criticó a las denunciantes de Harvey Weinstein y Gérard Depardieu, calificando la investigación de “juicio”. Sin embargo, también se han compartido historias conmovedoras, como la de la actriz Nina Meurisse, quien recordó cómo la obligaron a filmar una escena de violación sin preparación a los diez años, en su primer papel cinematográfico.
La comisión tiene previsto publicar un informe con sus hallazgos a principios de abril, con el objetivo de presentar herramientas que hagan de la industria cinematográfica un espacio más seguro. Judith Godrèche ha abogado por la necesidad de contar con una persona responsable que supervise a los actores infantiles en todos los platós de rodaje, una medida que podría marcar un cambio significativo en la forma en que se aborda la seguridad y el bienestar de los artistas en el cine francés.
