El primer ministro del Reino Unido, Sir Keir Starmer, ha manifestado su apoyo a la campaña para que la serie de televisión ‘Adolescence’ sea proyectada en las escuelas con el objetivo de combatir el alarmante aumento de la masculinidad tóxica y la violencia entre los jóvenes. Esta serie británica de cuatro episodios se estrenó la semana pasada en Netflix y ha recibido aclamación generalizada por su tratamiento de un tema delicado y complejo: las consecuencias tras el asesinato de una niña por parte de un compañero de clase de 13 años.
Cada episodio ofrece una perspectiva única y continua sobre las repercusiones del crimen, abarcando desde el arresto inicial hasta la investigación escolar, la evaluación psicológica del menor y la respuesta de sus padres. La trama pone de relieve la influencia de la cultura de la masculinidad tóxica, en particular la de los creadores de contenido masculinos como Andrew Tate, a quienes se les atribuye un papel radicalizador en la sociedad británica y que se presenta como una fuerza peligrosa en la vida de los jóvenes.
Jack Thorne y Stephen Graham, escritores y co-creadores de la serie, han expresado su deseo de que el programa genere un cambio real en la sociedad. Thorne ha declarado que es fundamental que ‘Adolescence’ sea exhibida en escuelas y parlamentos, subrayando que la problemática de la violencia juvenil no hará más que empeorar. El primer ministro Starmer, quien vio la serie junto a sus hijos adolescentes, también ha reconocido que la violencia perpetrada por hombres jóvenes, impulsada por lo que ven en línea, es un problema real que requiere atención.
Las estadísticas del Office for National Statistics (ONS) revelan un aumento del 4.4% en los delitos relacionados con armas blancas en Inglaterra y Gales en el último año. Un 41% de los homicidios de este periodo involucraron instrumentos punzantes. Entre las categorías que más han crecido, el abuso sexual y la violación han mostrado un incremento notable, y aunque las víctimas de estos delitos pueden ser de cualquier género, se dirigen predominantemente a mujeres. En 2023, el asesinato de la adolescente trans Brianna Ghey por parte de dos compañeros de escuela puso de manifiesto el peligro que representa la violencia juvenil, motivada por tendencias de odio y una cultura profundamente arraigada en la misoginia.
La serie ‘Adolescence’ aborda de manera explícita el papel que juegan los influencers de la masculinidad tóxica en la radicalización de los hombres y jóvenes hacia una visión hostil hacia las mujeres. Thorne ha señalado que para entender al joven protagonista, es necesario examinar las presiones que enfrenta y las ideas que consume en línea, especialmente en espacios como la ‘manosphere’, donde se discuten teorías misóginas en respuesta al feminismo. Este entorno digital, frecuentemente habitado por los llamados ‘incels’ —hombres que se sienten incapaces de encontrar parejas sexuales—, se presenta como un caldo de cultivo para la violencia y el odio.
Entre los influencers más notorios de esta esfera se encuentra Andrew Tate, un británico-estadounidense que ha ganado notoriedad por sus contenidos virales que promueven visiones misóginas. Tate ha declarado abiertamente que el realismo, tal como él lo define, está intrínsecamente ligado al sexismo. Junto a otros figuras de la ‘manosphere’, como Jordan Peterson y Hamza Ahmed, Tate ha logrado captar la atención de una gran parte de la juventud masculina, empujándola a rechazar los valores feministas de igualdad. Esta influencia ha generado preocupación entre músicos y activistas, quienes advierten sobre la vulnerabilidad de los jóvenes ante este tipo de discursos radicales.
La conexión entre la ‘manosphere’ y figuras políticas de derecha podría estar exacerbando las divisiones políticas de género. Investigaciones recientes han mostrado que entre los jóvenes de la generación Z en el Reino Unido, los hombres son un 25% más propensos a identificarse como de derechas que las mujeres. En los Estados Unidos, las mujeres de 18 a 30 años son un 30% más liberales que sus pares masculinos. Estas diferencias se están consolidando y reflejan una polarización que se ha observado en otros países, como Corea del Sur, donde las tasas de matrimonio y natalidad han caído drásticamente en consonancia con las visiones de la ‘manosphere’.
Ante este panorama, Australia ha tomado medidas significativas, aprobando una legislación que prohíbe el uso de redes sociales por parte de menores de 16 años. En el Reino Unido, se están considerando propuestas similares, mientras el país se prepara para implementar la Ley de Seguridad en Línea, diseñada para proteger a los niños y adultos de contenidos dañinos. Sin embargo, esta legislación ha sido criticada por no abordar suficientemente a las empresas tecnológicas que albergan contenido potencialmente radicalizador.
