
Recientemente, se ha informado sobre un ataque de drones atribuido a Ucrania contra una instalación energética en la región de Krasnodar, Rusia, que es parcialmente propiedad de empresas estadounidenses. Este ataque ha sido condenado por un consorcio internacional de petróleo que incluye a compañías de Estados Unidos, como Chevron y ExxonMobil.
Según el Ministerio de Defensa ruso, un dron armado ucraniano fue interceptado cerca de una estación de bombeo de petróleo gestionada por el Consorcio del Oleoducto del Caspio (CPC). Este consorcio opera un sistema de oleoductos que transporta crudo desde los campos petroleros de Kazajistán y la región caspiana de Rusia hasta el puerto de Novorossiysk en el Mar Negro y, posteriormente, a los mercados globales.
Reacciones y consecuencias del ataque
El CPC ha emitido un comunicado en el que expresa su fuerte condena a las acciones de las autoridades ucranianas, argumentando que estas tienen un impacto destructivo en los resultados financieros del consorcio y, por ende, afectan a todos sus accionistas, incluyendo a la República de Kazajistán y a las empresas estadounidenses mencionadas.
El ataque más reciente a la estación de bombeo de Kropotkinskaya se produjo en las primeras horas del lunes. Las defensas aéreas rusas lograron interceptar el dron a varios kilómetros de la instalación. Este no es el primer ataque, ya que en febrero, la estación fue blanco de drones cargados de explosivos, lo que obligó al CPC a reducir su previsión anual de transporte de petróleo.
La destrucción de otra estación de transferencia de petróleo operada por el CPC en la misma región la semana pasada ha llevado a una paralización indefinida de las operaciones, según ha informado el consorcio, que ahora trabaja en la restauración de la estación de Kropotkinskaya.
El CPC ha subrayado que estos ataques “socavan los fundamentos de la seguridad energética global”, complican la producción y el transporte de petróleo, y ponen en riesgo tanto al personal como al medio ambiente. Este contexto de ataques se produce en un momento en que el presidente ruso, Vladimir Putin, y el expresidente estadounidense, Donald Trump, habían aprobado un alto el fuego parcial, en el que ambas partes se comprometían a abstenerse de atacar infraestructuras energéticas.
Moscú ha calificado las acciones de Kiev como una “provocación”, reafirmando su compromiso de mantener la moratoria sobre los ataques a la infraestructura energética ucraniana. Hasta el momento, Kiev no ha emitido un comunicado oficial sobre el ataque.