
Yoko, un chimpancé de 38 años, ha vivido una vida marcada por el sufrimiento y la soledad. Secuestrado de su familia cuando era un infante, fue criado por un narcotraficante antes de ser trasladado a un zoológico en Colombia. Durante los últimos dos años, Yoko ha estado solo, tras perder a su única amiga, Chita, quien escapó del zoológico junto a otro chimpancé y fue abatida por soldados en 2023.
Recientemente, Yoko ha sido trasladado a Brasil, donde se espera que finalmente se reúna con otros chimpancés en un santuario en Sorocaba, en el estado de São Paulo. Sin embargo, los expertos advierten que su adaptación podría no ser fácil. Según los veterinarios y etólogos, Yoko ha sido tan humanizado que podría tener dificultades para interactuar con otros chimpancés. «Yoko no entiende las señales de comunicación de su especie», explica César Gómez, coordinador de entrenamiento animal del Ukumari Biopark, donde Yoko residía anteriormente.
Una vida de privaciones y humanización
La historia de Yoko es un reflejo de las terribles consecuencias del tráfico de animales y la explotación de especies en peligro de extinción. Su captor, un narcotraficante cuyas actividades no han sido reveladas, le proporcionó una dieta poco saludable que le ha dejado solo cuatro dientes, en contraste con los 32 que deberían tener los chimpancés. Además, Yoko fue enseñado a fumar y a vestir ropa humana, lo que le causó enfermedades de la piel y la pérdida de parte de su pelaje.
La humanización de Yoko es tan pronunciada que sus cuidadores lo describen como un «niño». Utiliza cuchillo y tenedor, juega con pelotas, ve televisión y crea obras de arte con crayones. Sin embargo, esta humanización presenta un desafío mayor en su reintegración en la vida salvaje. Las diferencias en la comunicación entre especies pueden ser un obstáculo significativo para su adaptación en el santuario brasileño, donde se encuentra con más de 40 chimpancés, que son animales sociales por naturaleza.
Yoko fue incautado por la policía en 2017, pero su vida en cautiverio no ha sido fácil. Tras varias mudanzas, terminó en el zoológico de Pereira, donde finalmente fue preparado para su traslado a Brasil. Este movimiento no solo es crucial para su bienestar, sino que también simboliza un avance en la lucha contra el tráfico de grandes primates en Colombia, que se ha convertido en el primer país en erradicar completamente a los grandes simios en cautiverio, según el Proyecto Gran Simio, una ONG dedicada a la conservación.
El camino hacia la recuperación de Yoko es incierto, pero su traslado a un entorno más adecuado representa una oportunidad para que este chimpancé pueda experimentar un nuevo comienzo, lejos de las sombras de su traumático pasado.