La Organización Mundial de la Salud califica las adicciones a las drogas, al juego o al alcohol como una enfermedad física y psicoemocional de difícil abordaje. Esta percepción oficial ha cambiado la forma en la que la sociedad mira a las personas que sufren adicciones, pues se entiende que necesitan ayuda profesional para superar su situación.
Una vez consciente de que la ayuda de los seres queridos es clave, la pregunta es: cómo abordar el proceso de recuperación. Desde ponerse en manos del médico de familia hasta solicitar el ingreso en un centro de tratamiento de adicciones hay muchas cosas a tener en cuenta para hacer que el proceso sea lo más fácil posible para el adicto.
Ser parte de la solución
Es imprescindible que los familiares y amigos de la persona que sufre esta enfermedad adquieran un rol colaborativo, que les lleve a ser parte de la solución y hagan que el camino sea más sencillo de recorrer.
En ese sentido, los especialistas en el tratamiento de adicciones hacen hincapié en la necesidad de no censurar a la persona que sufre la dependencia: situaciones como las discusiones, los ataques directos o las situaciones violentas no ayudan al dependiente, que recurrirá a las sustancias para sentirse mejor.
Resulta indispensable realizar un esfuerzo por mostrarse comprensivos, entender que la adicción responde a impulsos que no se pueden controlar y que el daño y la violencia que se desprenden de ello no es contra la gente que le rodea, sino contra él o ella misma.
Tal y como explican los profesionales que acompañan a las personas dependientes en los centros de desintoxicación, la red emocional que ofrecen familiares y amigos es el primer paso para la recuperación.
Ponerse en manos especializadas
Más allá de estar presentes, los familiares deben enfocar al paciente hacia la búsqueda de ayuda profesional. Aquí entran en escena las clínicas de tratamiento de adicciones. Estos centros sanitarios ofrecen un enfoque integral para ayudar a quienes no pueden pasar sin el alcohol, las drogas u otras adicciones.
Para ello, plantean un tratamiento en cuatro fases muy diferenciadas:
- Desintoxicación: se busca que el paciente deje de consumir, con apoyo de suplementos médicos regulados que ayuden a superar el síndrome de abstinencia y terapias.
- Deshabituación: el trabajo de base busca modificar la relación del paciente con sus hábitos de una manera consciente, para evitar así futuras recaídas.
- Rehabilitación: la terapia grupal e individual es clave para mejorar las habilidades sociales de la persona y ayudarle a relacionarse de una manera sana con el entorno, las personas, su trabajo, etc.
- Reinserción: los profesionales acompañan al paciente en la última fase, en la que se busca un retorno a la vida cotidiana de manera normalizada y sin la presencia de la sustancia o el hábito que crea adicción.
Este es un proceso largo, en el que las familias también necesitan apoyo terapéutico para comprender qué está pasando y cómo se va a ir avanzando. Por eso, la ayuda de una clínica especializada se hace esencial para que el camino a la recuperación se libere de escollos.
