La tecnología actual está abriendo nuevas fronteras en el aprovechamiento de los subproductos de la producción de azúcar a partir de remolacha, un cultivo común en diversas regiones de Europa, incluida España. Investigadores de la Universidad Técnica de Dinamarca han desarrollado un método que permite separar las fibras de la pulpa de remolacha azucarera, un residuo que, hasta ahora, se consideraba poco útil. Este avance no solo promete mejorar la sostenibilidad de la producción de azúcar, sino que también puede ofrecer alternativas nutricionales y materiales innovadores para reemplazar el plástico.
Un enfoque circular en la producción
La profesora Anne S. Meyer, responsable del proyecto, destaca que el objetivo es transformar la producción alimentaria para que los cultivos puedan generar múltiples productos valiosos. Este enfoque ya se ha aplicado en la producción de cereales, donde se aprovechan no solo los granos, sino también otros componentes de la planta como la paja y las cáscaras. La idea es que la remolacha azucarera sea parte de un ciclo productivo similar, donde se utilice toda la planta para obtener beneficios diversos.
Entre los hallazgos más recientes del equipo de investigación se encuentran nuevas enzimas que pueden actuar sobre las fibras de la pulpa de remolacha, separando los componentes de la pared celular y permitiendo así la extracción de fibras con propiedades beneficiosas. Un tipo de fibra de interés son los elementos de pectina bioactiva, que han demostrado tener efectos positivos en la salud intestinal, un aspecto que está siendo investigado más a fondo por la profesora Susanne Brix Pedersen.
El interés por estos componentes se ve impulsado por un aumento en la esperanza de vida y una mayor preocupación por mantener una buena salud a medida que se envejece. El objetivo de los investigadores es documentar los efectos de estas fibras y determinar la mejor forma de consumirlas, ya sea a través de cápsulas o integradas en alimentos como yogures o bebidas especiales.
Además del potencial nutricional, otro aspecto clave del proyecto es el aprovechamiento de la celulosa presente en la pulpa de remolacha. A diferencia de la celulosa derivada de la madera, que está reforzada con lignina, la celulosa de la remolacha es más maleable, lo que abre la puerta a su uso en una variedad de aplicaciones, particularmente como un sustituto de plásticos. Esta celulosa podría utilizarse en la fabricación de materiales compuestos que son tanto flexibles como reutilizables.
La investigación incluye colaboración con instituciones como EMPA en Suiza, donde se evalúa la viabilidad de estas nuevas aplicaciones de celulosa y se estudia su reciclaje. Los primeros resultados indican que es posible crear diferentes tipos de materiales a partir de la celulosa de remolacha, que poseen propiedades deseables y que pueden ser desensamblados y reutilizados, contribuyendo así a una economía más circular.
Como parte de un esfuerzo más amplio, la investigación también busca garantizar que el proceso y el producto final sean sostenibles. Para ello, se están realizando evaluaciones continuas sobre la sostenibilidad de las iniciativas propuestas, asegurando que el aprovechamiento de los subproductos de la remolacha azucarera contribuya no solo a la economía, sino también al bienestar del planeta.
