
Un reciente hallazgo científico ha revelado la existencia de una línea extinta de avispas parásitas que datan del período Cretácico medio, conservadas en ámbar. Estas avispas, pertenecientes a la especie Sirenobethylus charybdis, podrían haber utilizado un abdomen similar a la planta atrapamoscas para capturar e inmovilizar a sus presas.
La investigación, publicada en la revista BMC Biology, indica que los especímenes de S. charybdis tienen aproximadamente 99 millones de años y podrían representar una nueva familia de insectos. El nombre de esta especie hace referencia a una criatura de la mitología griega, conocida por tragar y expulsar agua tres veces al día, lo que subraya la singularidad de estos fósiles.
Características morfológicas y comportamiento
Los análisis morfológicos sugieren que S. charybdis era un parasitoide, es decir, un insecto cuyas larvas viven como parásitas y eventualmente matan a sus hospedadores. Los parasitoides modernos de la superfamilia Chrysidoidea incluyen avispas cucú y avispas bethylid. Sin embargo, los especímenes de S. charybdis presentan un patrón único de venas en el ala trasera, lo que sugiere que podrían pertenecer a su propia familia, los Sirenobethylidae.
El equipo de investigación, liderado por Taiping Gao y Lars Vilhelmsen, utilizó escáneres Micro-CT para analizar 16 especímenes femeninos de S. charybdis, todos preservados en ámbar de aproximadamente 98.79 millones de años, recolectados en la región de Kachin, en el norte de Myanmar. Este análisis reveló que la especie probablemente fue un koinobionte, un parasitoide que permite que su hospedador continúe creciendo mientras se alimenta de él.
Los especímenes presentan un aparato abdominal compuesto por tres aletas, la inferior de las cuales forma una estructura en forma de pala con una docena de pelos similares a los de una planta atrapamoscas. Los autores de la investigación sugieren que este aparato podría haber servido como mecanismo para restringir temporalmente al hospedador durante la oviposición, ya que el insecto probablemente no podía perseguir a sus presas a largas distancias.
Se especula que S. charybdis habría esperado con el aparato abierto a que una potencial presa activara su respuesta de captura, lo que les habría permitido orientar su caza a presas altamente móviles como pequeños insectos alados o saltadores. Este descubrimiento sugiere que los Chrysidoidea exhibieron una gama más amplia de estrategias parasitoides en el Cretácico medio en comparación con sus contrapartes actuales.