La inteligencia artificial (IA) está transformando la educación al modificar la planificación de lecciones, la corrección de tareas y la interacción entre estudiantes y profesores. Esta tecnología permite un aprendizaje personalizado, la retroalimentación automatizada y un mejor compromiso entre los docentes y sus alumnos, gracias a herramientas como el reconocimiento de voz y la realidad virtual. Sin embargo, no se debe considerar la IA como una solución universal.
En un provocador artículo publicado el 11 de marzo de 2025 en la ECNU Review of Education, el profesor asistente Louie Giray, de la Universidad Mapúa en Filipinas, argumenta que los educadores deben abandonar prácticas obsoletas y adoptar la integración de la IA para seguir siendo efectivos. Giray utiliza el modelo de duelo de Kübler-Ross para enmarcar esta transición, describiendo la adaptación como una «muerte» simbólica de métodos de enseñanza rígidos, seguida de un «renacimiento» necesario a través del uso responsable de la IA.
La IA está redefiniendo la educación, alterando la forma en que los profesores planifican sus lecciones, corrigen trabajos y se relacionan con los estudiantes. Giray destaca cómo las herramientas de IA ayudan a los educadores a ofrecer retroalimentación personalizada, adaptar las experiencias de aprendizaje mediante el análisis de datos y apoyar a los estudiantes a través de asistentes virtuales. El reconocimiento de voz y la realidad virtual mejoran aún más las interacciones entre profesores y alumnos, lo que se traduce en mejores resultados de aprendizaje.
No obstante, Giray no aboga por una adopción ciega de la IA. Reconoce que la resistencia a esta tecnología no siempre es infundada. «Algunos docentes tienen razones válidas para dudar», menciona. «La IA no puede resolver todos los desafíos educativos. Hay momentos en que depender del juicio humano y de métodos tradicionales no solo es preferible, sino necesario».
Adaptación a la IA en educación
Para navegar este cambio, Giray aplica las cinco etapas del duelo de Kübler-Ross—negación, ira, negociación, depresión y aceptación—como un marco para la adaptación de la IA en la educación. Argumenta que los docentes a menudo experimentan estas etapas emocionales al enfrentarse a cambios tecnológicos. «La ‘muerte’ del viejo profesor», explica, «se trata de dejar atrás prácticas obsoletas y renacer, más fuertes y adaptables».
El profesor insta a los responsables de políticas educativas a proporcionar apoyo psicológico, orientación práctica y desarrollo profesional continuo para ayudar a los docentes en esta transición. Citando una idea de Leon Megginson, comúnmente atribuida erróneamente a Charles Darwin—»No son los más fuertes o los más inteligentes quienes sobreviven, sino aquellos que mejor se adaptan al cambio»—anima a los educadores a acercarse a la IA con resiliencia y flexibilidad, como el bambú que se dobla sin romperse.
«La IA empodera a los docentes para ofrecer una instrucción más eficaz y crear entornos de aprendizaje personalizados», concluye Giray. «Los educadores que se relacionen con la IA de manera crítica y responsable estarán mejor preparados para satisfacer las demandas cambiantes de la educación contemporánea».
El mensaje de Giray es claro: no se trata de descartar la tradición, sino de adaptarse. Los docentes que enfrenten este desafío no solo sobrevivirán, sino que prosperarán en la era de la IA.
