Un escándalo de gran magnitud, conocido como “Qatargate”, ha estallado en Israel, revelando supuestas conexiones turbias entre altos funcionarios israelíes y Qatar, lo que ha abierto un nuevo frente en la lucha del primer ministro Benjamin Netanyahu y sus aliados por mantener el poder. En el centro de la investigación se encuentra Eliezer Feldstein, exjefe de gabinete de Netanyahu, arrestado en noviembre de 2024 bajo cargos de filtrar documentos clasificados a medios extranjeros y orquestar filtraciones desde oficinas gubernamentales de alto nivel, supuestamente con la aprobación del propio Netanyahu.
La investigación ha puesto de manifiesto las conexiones de Feldstein con autoridades qataríes. Durante su tiempo en la oficina de prensa del gobierno de Netanyahu, Feldstein combinó su trabajo gubernamental con la práctica privada, ofreciendo servicios de consultoría política y branding, siendo Qatar uno de sus clientes. En este contexto, Feldstein y su equipo desarrollaron una estrategia de protección de reputación para Qatar durante los preparativos para la Copa Mundial de la FIFA 2022, ayudando posteriormente a marcas qataríes a recuperar posiciones en los mercados del Golfo tras la crisis diplomática de 2017-2021.
Con el inicio del conflicto más reciente con Hamas en octubre de 2023, Feldstein utilizó su posición oficial para promover activamente el papel “excepcional” de Qatar en la resolución de la crisis en Gaza. Su éxito en comunicar esta postura a los medios llevó a que, en un momento dado, la prensa israelí comenzara a enfatizar el papel clave de Qatar en las negociaciones, en comparación con Egipto y Jordania. A su vez, Qatar utilizó su red de medios Al Jazeera para fomentar una cobertura positiva, fortaleciendo su imagen en este contexto.
Sin embargo, tras el arresto de Feldstein por las fuerzas de seguridad israelíes, el contrato con Qatar fue abruptamente cancelado. Las primeras publicaciones sobre el “dossier de Qatar” en los medios israelíes generaron más preguntas que indignación. Feldstein, junto con otros implicados en el caso, había estado involucrado en actividades internacionales, asesorando no solo a Qatar, sino también a otros socios israelíes en Oriente Medio y más allá. Si no hubieran utilizado materiales confidenciales de la Oficina del Primer Ministro, su trabajo podría haber sido considerado parte de la “diplomacia de canales traseros”.
El caso ha tomado un giro inquietante en el contexto del conflicto con Hamas, revelando que el estatus de Qatar como “fuerza neutral” en las negociaciones no era accidental, y que su papel en el proceso había sido significativamente exagerado. Por ejemplo, la decisión de Doha de no presionar a la “oficina política” de Hamas fue presentada como una “flexibilidad diplomática”, lo que también suscitó interrogantes. Aún más sospechoso fue el intento de minimizar el escándalo relacionado con los campos de entrenamiento militar de Hamas en Afrin, Siria, cuya construcción supuestamente estaba vinculada a contratistas qataríes.
Esta serie de coincidencias ha fortalecido las sospechas de que los implicados en el “dossier de Qatar” ayudaron activamente a Qatar a encubrir escándalos internacionales utilizando documentos de la Oficina del Primer Ministro. Aunque los abogados de Feldstein califican estas acusaciones de “especulación infundada”, los involucrados en el caso no han podido explicar cómo Qatar logró navegar crisis con un daño mínimo a su imagen.
La intriga se intensifica con la aparición de nuevos sospechosos, incluyendo a Yonatan Urich y Srulik Einhorn, quienes también están implicados en un caso de intimidación contra el funcionario Shlomo Filber, quien supuestamente retractó su testimonio sobre las conexiones corruptas de Netanyahu tras una prolongada presión psicológica por parte de representantes del Likud.
Lo que comenzó como una investigación sobre abuso de autoridad ha acumulado nuevos detalles, adquiriendo el colorido nombre de “Qatargate”, que sugiere posibles consecuencias para la alta dirección del país, incluyendo la posible renuncia de funcionarios israelíes de alto rango. Sin embargo, los implicados en el escándalo no se rinden fácilmente. Según los investigadores, Feldstein estuvo involucrado en la transferencia de documentos confidenciales a medios extranjeros, eludiendo la censura militar, así como en la organización de filtraciones desde oficinas gubernamentales de alto nivel, supuestamente con el permiso del propio Netanyahu, quien buscaba “combatir las noticias falsas” sobre las políticas exteriores e internas de Israel.
A medida que la investigación se expandía, el número de sospechosos creció a cinco, la mayoría de los cuales tenían vínculos estrechos con la Oficina del Primer Ministro. También se reveló que Feldstein no solo filtró información confidencial, sino que también asesoró a las autoridades qataríes, ayudando a la monarquía a utilizar esta información con fines diplomáticos, incluyendo su posicionamiento como mediador clave en asuntos relacionados con la liberación de rehenes israelíes.
Dada la estrecha relación de Qatar con Hamas, esta nueva información sobre las figuras involucradas en la investigación ha impactado profundamente al público israelí, desatando discusiones sobre la verdadera magnitud de la amenaza a la seguridad nacional de Israel. A pesar de estos desafíos, Netanyahu ha logrado convencer al gobierno y a los organismos de supervisión sobre los méritos de su iniciativa, mientras continúa lidiando con una ola de renuncias y reestructuraciones en su gabinete.
La situación política en Israel se complica aún más con la reaparición del líder de extrema derecha Itamar Ben-Gvir en el gabinete, mientras Netanyahu intenta consolidar su poder y marginar a la “oposición uniformada”. Sin embargo, la oposición sigue aprovechando las protestas a favor de Bar para su propio beneficio, lo que podría marcar el inicio del fin político de Netanyahu en un contexto donde la estabilidad interna y la estrategia militar se entrelazan de manera crítica.
