El hallazgo del tesoro de Melsonby, una colección de más de 800 artefactos metálicos de la Edad de Hierro, representa un avance significativo en la comprensión de las dinámicas sociales y económicas de la antigua Britania. Descubierto en diciembre de 2021 en un campo cercano a Melsonby, en North Yorkshire, este tesoro no es solo una serie de objetos antiguos, sino que invita a una revisión profunda sobre cómo entendemos las conexiones entre las comunidades de la Edad de Hierro y el resto de Europa.
El descubrimiento, realizado gracias a una colaboración entre diferentes sectores de la arqueología británica y financiado con una subvención de 120,000 libras esterlinas de Historic England, incluye objetos que datan del primer siglo a.C., coincidiendo con la época de la conquista romana bajo el emperador Claudio. Se cree que estos objetos están vinculados a la tribu de los Brigantes, que dominaba el norte de Inglaterra en ese periodo.
Conexiones culturales y comerciales
La magnitud de este hallazgo lo distingue de otros descubrimientos de la Edad de Hierro. El tesoro incluye restos parciales de al menos siete carros de cuatro ruedas y/o carros de dos ruedas, arneses para al menos 14 caballos, 28 llantas de hierro (muchas de ellas dobladas deliberadamente), tres lanzas ceremoniales y dos calderas ornamentadas. Este conjunto de objetos sugiere que las élites de la Edad de Hierro en el norte de Inglaterra mantenían contactos comerciales y culturales más amplios de lo que se había asumido hasta ahora.
Entre los aspectos más destacados de este descubrimiento se encuentra la evidencia de carros de cuatro ruedas utilizados por las tribus británicas de la Edad de Hierro, que parecen imitar vehículos observados en Europa continental. Este hallazgo sugiere que el norte de Gran Bretaña no estaba aislado, sino que participaba en redes comerciales que se extendían por Europa hasta el Mediterráneo.
El arte y la artesanía reflejados en el tesoro son excepcionales. Algunos arneses de caballo presentan coral mediterráneo y vidrio de colores, mostrando patrones curvos distintivos del arte celta. Una de las calderas, probablemente utilizada para mezclar vino, combina estilos artísticos mediterráneos e de la Edad de Hierro, lo que evidencia un intercambio cultural entre Gran Bretaña y Europa continental.
Particularmente intrigante es la evidencia de que muchos de los objetos fueron deliberadamente quemados o rotos antes de ser enterrados. Esta práctica de «matar» ritualmente objetos valiosos tiene raíces profundas en la prehistoria británica, extendiéndose hasta la Edad del Bronce. Al destruir tales artículos, las élites de la Edad de Hierro podrían haber estado demostrando su riqueza y estatus a través del consumo conspicuo. Sin embargo, esta quema también podría estar relacionada con prácticas funerarias, lo que coloca el tesoro de Melsonby en una posición interesante entre las categorías arqueológicas tradicionales.
El tesoro de Melsonby no solo es un tesoro; es un símbolo de la riqueza cultural y la complejidad social de la época. Su descubrimiento se debe en gran parte a la decisión del detector de metales Peter Heads, quien, al encontrar el tesoro, contactó inmediatamente a arqueólogos de la Universidad de Durham. Este enfoque permite que se conserven conocimientos cruciales sobre el contexto del hallazgo, que de otro modo se habrían perdido.
Los objetos del tesoro han sido cuidadosamente identificados utilizando tecnología de escaneo en la Universidad de Southampton, lo que permitirá que los arqueólogos excaven sin causar daños. Esta meticulosidad promete años de investigación productiva sobre estos artefactos. Actualmente valorado en 254,000 libras, el tesoro de Melsonby es objeto de una campaña de recaudación de fondos por parte del Museo de Yorkshire, y una selección de objetos ya se encuentra en exhibición, brindando acceso público a estos notables artefactos.
A medida que continúa la investigación sobre este hallazgo extraordinario, el tesoro de Melsonby se erige como un poderoso ejemplo de cómo una práctica arqueológica adecuada puede transformar nuestra comprensión del pasado de Gran Bretaña y, por ende, del legado cultural que nos pertenece a todos.
