
En la región norte de Finlandia, la comunidad Sámi, el único pueblo indígena de Europa, comienza a experimentar los beneficios de un creciente auge turístico, gracias a iniciativas que buscan restablecer su narrativa cultural. La granja Reinina, situada cerca de Inari, es un ejemplo notable de cómo los Sámi están recuperando el control sobre su imagen y sus recursos.
Raisa Kitti, quien junto a su esposo gestiona esta granja de renos, demuestra una conexión profunda con estos animales, que han sido parte integral de su cultura durante siglos. La historia de los Sámi está intrínsecamente ligada a la cría de renos, que han proporcionado no solo alimento, sino también materiales esenciales para la vida cotidiana. A través de actividades como la alimentación de renos y talleres de artesanía, Kitti ofrece a los turistas una visión auténtica de su cultura.
El turismo y la lucha contra la desinformación cultural
A lo largo de los años, el turismo en la región había sido dominado por empresas no Sámi, que han perpetuado estereotipos dañinos y una representación distorsionada de su vida. Mientras que elementos como iglús y trineos tirados por perros han sido ampliamente comercializados, estos no forman parte de la cultura Sámi, sino que son influencias externas. Esta explotación cultural ha causado más daño que beneficio a la comunidad indígena, invadiendo sus tierras de pastoreo y distorsionando su identidad cultural.
Sin embargo, en los últimos años, los Sámi han comenzado a retomar la narrativa sobre ellos mismos. En Inari, considerado el corazón cultural del pueblo Sámi, se encuentra el Parlamento Sámi y el museo Siida, que ofrece una visión integral de la historia y la cultura Sámi, destacando su evolución y adaptación a los tiempos modernos. La renovación del museo en 2022, premiado con el European Museum of the Year Award en 2024, es un testimonio del esfuerzo por preservar y promover su legado cultural.
Las iniciativas para definir pautas éticas de turismo han surgido como respuesta a la explotación cultural. Kirsi Suomi, coordinadora de proyectos en el Parlamento Sámi, ha liderado esfuerzos para educar a los turistas sobre cómo interactuar respetuosamente con la cultura Sámi. Este enfoque no solo busca proteger la integridad cultural, sino también empoderar a la comunidad Sámi para que cuente su propia historia, en lugar de permitir que otros la narren de forma errónea.
El desarrollo de un programa de certificación para empresas de turismo Sámi también se encuentra en marcha, con la intención de facilitar a los turistas la identificación de experiencias auténticas y éticas. Este movimiento podría servir como modelo para otras comunidades indígenas en todo el mundo, que enfrentan desafíos similares en la preservación de su cultura y autonomía.
A medida que el interés por experiencias turísticas más éticas y sostenibles crece entre los visitantes, la granja de Kitti se convierte en un ejemplo de cómo el turismo puede ser una fuerza positiva. A través de su negocio, Kitti no solo apoya a su familia, sino que también contribuye a la preservación de su modo de vida, mostrando que es posible un equilibrio entre el desarrollo turístico y la protección cultural.