Myanmar: Terremoto y bombardeos militares agravan la crisis humanitaria

In Internacional
marzo 30, 2025

No son raros los terremotos ni las guerras civiles, pero solo Myanmar es capaz de juntar ambos desastres en un mismo contexto. La Junta militar continúa bombardeando a los ciudadanos que intentan rescatar a sus familiares de los escombros tras el seísmo más devastador que ha sufrido el país en un siglo. El Tatmadaw, el ejército birmano, ha perpetrado atrocidades durante décadas, pero los recientes ataques aéreos han sorprendido incluso a los observadores más acostumbrados a su brutalidad. La ONU ha calificado estos actos de “completamente indignantes e inaceptables”.

En los ataques aéreos en Naungcho, en el estado meridional de Shan, siete personas perdieron la vida apenas tres horas después del seísmo. Grupos prodemocráticos han denunciado más bombardeos en las zonas fronterizas con Tailandia y en la ciudad de Chang-U, en Sagaing, una región controlada por rebeldes que han logrado hacerse con más del 40% del territorio tras cuatro años de intensa guerra civil. El Gobierno de Unidad Nacional, que representa al poder civil desplazado por el golpe de estado, ha anunciado una pausa unilateral de “todas las operaciones militares ofensivas” durante dos semanas, aunque aún no se ha recibido respuesta por parte de los militares.

La Desigualdad en el Conflicto

La guerra en Myanmar se presenta como un conflicto equilibrado en tierra, pero profundamente desigual en el aire. Los rebeldes carecen de los medios necesarios para responder a los bombardeos que han destruido escuelas, monasterios y hospitales, dejando a su paso más de un centenar de muertos en algunas ocasiones. La ONU ha señalado que la Junta militar está cometiendo crímenes de guerra y contra la humanidad, extendiendo su brutalidad más allá de la minoría rohingya y afectando a la población civil en general. Ni siquiera el peor seísmo del país ha logrado detener su ofensiva.

Las cifras de víctimas son alarmantes: se reportan ya 1.700 muertos, 3.400 heridos y más de 300 desaparecidos, aunque estas cifras oficiales parecen ser considerablemente inferiores a la realidad que muestran las redes sociales y la escasa cobertura de la prensa internacional. La ciudad de Mandalay, situada a menos de 20 kilómetros del epicentro, ha sufrido el mayor impacto, con 3.000 edificios dañados, 30 carreteras y siete puentes destruidos. Los vecinos, con escasos recursos, apenas cuentan con palas para remover los escombros, y dos días después del seísmo, los cuerpos han comenzado a descomponerse. Los expertos advierten que el tiempo para encontrar supervivientes es crítico, con una mujer rescatada 30 horas después del desastre, mientras que otras 90 personas permanecen atrapadas bajo toneladas de cemento.

Con los aeropuertos de Mandalay y Naypyitaw cerrados por los destrozos, los equipos internacionales de rescate se ven obligados a operar desde Yangón, a 650 kilómetros de las zonas más afectadas. Una comitiva china de 17 camiones ha tardado 14 horas en llegar a las áreas devastadas, atravesando carreteras en ruinas.

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