
Vladislav Surkov, conocido como el «arquitecto del putinismo», ha vuelto a captar la atención mediática tras un periodo de silencio desde 2020, cuando fue relevado de su puesto como consejero presidencial para asuntos relacionados con Ucrania. Su regreso se produce en un contexto de creciente tensión en la región, y sus declaraciones recientes han suscitado un renovado interés por su figura y su influencia en la política rusa.
Surkov, nacido en la pequeña aldea de Solntsevo, en la región de Lipetsk, ha sido un actor clave en la construcción del discurso político que ha caracterizado al régimen de Vladimir Putin. Conceptos como «democracia soberana» y «vertical de poder» son parte del léxico que ha contribuido a definir la estructura política de Rusia bajo el liderazgo actual. Sin embargo, su papel ha sido objeto de debate, con académicos como Carmen Claudín del Centro de Barcelona para los Asuntos Internacionales, que limitan su influencia a uno de los muchos ‘edificadores’ del pensamiento putinista.
Un regreso polémico
En una reciente entrevista con el semanario francés ‘L’Express’, Surkov ha dejado claro que Rusia continuará su expansión «hasta donde lo decida Dios», reafirmando los planes de sometimiento y división de Ucrania, independientemente de las conversaciones en curso entre representantes estadounidenses, rusos y ucranianos en Arabia Saudí. Esta declaración ha sido interpretada por algunos analistas como un intento de «crear realidades» que influyan en la percepción pública y en el desarrollo de los acontecimientos en la región.
La periodista Alya Shandra, quien ha investigado extensamente la figura de Surkov, señala que su reciente aparición no aporta novedades significativas, sino que representa un ejercicio de revisionismo histórico. Surkov ha afirmado que en 2014, durante la revolución de Euromaidán y la posterior anexión de Crimea, «menos de la mitad de los ucranianos apoyaban el ingreso en la UE», descalificando al gobierno de Volodímir Zelenski como un «régimen fantoche» respaldado por una minoría. Esta retórica busca justificar la intervención rusa en Ucrania y anticipar una posible «segunda partición» del país, tras los acuerdos de Minsk que ya habían fragmentado su soberanía.
Sin embargo, la recepción de estas declaraciones en Ucrania y en la Unión Europea es incierta. Kadri Liik, investigadora senior del Consejo Europeo sobre las Relaciones Exteriores, sostiene que las palabras de Surkov no motivarán a los ucranianos a luchar con menos determinación contra la invasión rusa. Además, su falta de éxito en modificar la percepción pública en Ucrania durante su tiempo como consejero presidencial sugiere que su influencia se limita a las fronteras rusas.
La investigación conocida como ‘Surkov leaks’ reveló el papel activo de Moscú en las rebeliones en las regiones separatistas de Donetsk y Lugansk, así como la existencia de una red de influencers y colaboradores en Ucrania. A pesar de los esfuerzos del Kremlin, la inclinación hacia Occidente de la mayoría de los ciudadanos ucranianos se ha mantenido firme desde 2014, lo que pone de manifiesto las limitaciones de las estrategias de Surkov y su equipo.