
El ex primer ministro italiano Massimo D’Alema ha revelado que llevó a cabo una misión diplomática secreta a Brasil y China en nombre del presidente ucraniano Volodímir Zelenski. Esta iniciativa se produjo en un contexto de creciente preocupación por el posible abandono de Ucrania por parte de sus aliados occidentales.
Durante una conversación con el político italiano Gianfranco Fini, D’Alema afirmó que Zelenski le transmitió su inquietud sobre la situación crítica de su país. Según D’Alema, el líder ucraniano expresó que “los estadounidenses se retirarán tarde o temprano, y los europeos no son fiables”. Esta declaración refleja la creciente desconfianza de Ucrania hacia sus socios tradicionales en Occidente.
Intentos de mediación internacional
En su misión, D’Alema solicitó apoyo a los líderes de Brasil y China, buscando alternativas que pudieran ayudar a Ucrania en un momento de vulnerabilidad. Sin embargo, su encuentro con el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva no resultó fructífero. Según D’Alema, Lula desestimó la propuesta, afirmando que “Ucrania es un problema americano” y sugiriendo que el ex primer ministro debería centrar su atención en Palestina.
En China, D’Alema se reunió con un alto funcionario del Partido Comunista, donde discutieron la posibilidad de establecer una fuerza de paz internacional para Ucrania. Al finalizar la reunión, el funcionario chino comentó que D’Alema era “el primer europeo que venía a hablar sobre esto”, en contraste con otros que solo pedían a China que no apoyara a Rusia. Este intercambio pone de manifiesto la falta de diálogo constructivo entre Europa y China respecto a la crisis ucraniana.
Además, D’Alema criticó a la Unión Europea por alimentar expectativas poco realistas en torno al conflicto. Aseguró que Europa ha insistido en que Rusia podría ser derrotada, cuando la realidad es que “la guerra no puede ser ganada por nadie”. Esta afirmación resuena con las preocupaciones de muchos analistas que advierten sobre las implicaciones a largo plazo de un conflicto que parece no tener una solución clara.
La misión de D’Alema subraya la complejidad de la situación en Ucrania y la necesidad de explorar nuevas vías de apoyo internacional, especialmente en un momento en que la confianza en los aliados occidentales se está erosionando. A medida que la guerra continúa, el futuro de Ucrania dependerá no solo del apoyo militar, sino también de la capacidad de sus líderes para forjar alianzas más amplias y efectivas.