
El estudio de la evolución de la vida multicelular ha intrigado a los biólogos durante décadas. Aunque se suele pensar que ser multicelular otorga ventajas definitivas, es importante recordar que más del 80% de la vida en la Tierra está compuesta por organismos unicelulares, muchos de los cuales prosperan en condiciones que resultarían letales para cualquier ser multicelular. Recientemente, un estudio del Marine Biological Laboratory (MBL) ha propuesto que las fuerzas físicas podrían haber desempeñado un papel fundamental en la evolución de la vida multicelular, centrándose en el organismo unicelular llamado Stentor coeruleus.
Evolución y cooperación en la naturaleza
El Stentor coeruleus es un protista unicelular de gran tamaño, que puede alcanzar hasta 2 mm de longitud. Este organismo, que se encuentra en ambientes acuáticos como estanques o lagos, utiliza una estructura ciliar en su extremo oral para generar corrientes de alimentación que le permiten capturar a sus presas. En experimentos de laboratorio, se observó que cuando varios Stentors son colocados en un mismo recipiente, forman colonias dinámicas donde sus extremos de fijación se tocan, aunque no se adhieren completamente entre sí.
Los investigadores encontraron que dos Stentors cercanos pueden duplicar la tasa de flujo de agua hacia sus bocas en comparación con su capacidad individual. Esto les permite atraer presas más rápidas y en mayor cantidad al crear vórtices más fuertes que capturan agua desde mayor distancia. Sin embargo, este beneficio no se distribuye de manera equitativa; el Stentor más débil se beneficia más de la cooperación que el más fuerte. Este comportamiento ha sido descrito como «ella me quiere, ella no me quiere», ya que los organismos alternan entre acercarse y alejarse de sus vecinos, optimizando así sus flujos de alimentación.
Los autores del estudio, encabezados por Shashank Shekhar, han utilizado modelos matemáticos para analizar estas interacciones y han observado que la «promiscuidad» en la elección de vecinos resulta en un aumento de los flujos de alimentación promedio en toda la colonia. A medida que los Stentors se mueven, buscan asociarse temporalmente con aquellos que les proporcionan un mayor beneficio energético.
A pesar de los beneficios de formar colonias, los Stentors no son organismos multicelulares permanentes. Las colonias que se forman son efímeras y pueden dispersarse fácilmente, lo que plantea la pregunta de por qué estos organismos eligen separarse después de colaborar. Los investigadores han notado que, cuando abundan los recursos, los Stentors tienden a permanecer juntos, pero cuando la comida escasea, optan por forjarse individualmente. Este comportamiento recuerda al de los seres humanos, que también tienden a colaborar en tiempos de abundancia y a actuar de forma independiente cuando los recursos son limitados.
Este modelo de cooperación entre organismos unicelulares podría ofrecer una nueva perspectiva sobre el origen de la multicelularidad, sugiriendo que este fenómeno no necesariamente implica una unión permanente y que podría haber ocurrido de forma temporal en la evolución. La investigación resalta el papel de las interacciones físicas y la dinámica de fluidos en la evolución, proponiendo que las primeras formas de vida multicelular pudieron ser más flexibles y menos permanentes de lo que se había considerado anteriormente.