
En un contexto de inestabilidad económica y tensiones políticas, el Gobierno argentino de Javier Milei ha anunciado una reducción significativa de la pobreza, que habría pasado del 52,9% al 38,1% en el segundo semestre de 2024, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec). A pesar de esta afirmación, el descenso ha suscitado escepticismo entre economistas y analistas, quienes cuestionan la veracidad de estas cifras en medio de una crisis económica que se manifiesta en la pérdida de empleos y el retroceso del consumo.
Milei, quien ha criticado abiertamente las políticas de sus predecesores, ha utilizado estos datos para argumentar que su enfoque de «libertad económica» es el camino para mejorar la situación de los argentinos. En sus declaraciones, el presidente se ha burlado de los economistas que prevén calamidades y ha afirmado que la mejora en los índices de pobreza es un reflejo del fracaso de las políticas anteriores.
Desconfianza en las cifras oficiales
Sin embargo, la reducción de la pobreza anunciada ha sido recibida con escepticismo. Expertos como Leopoldo Tornarolli, del Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales, han señalado que la medición del Indec se limita a las ciudades de más de 100.000 habitantes, dejando fuera a muchas áreas rurales donde la pobreza podría ser más pronunciada. Además, el cálculo de la pobreza en Argentina se basa en la capacidad de los hogares para adquirir bienes básicos, sin considerar factores cruciales como el acceso a servicios públicos, que han visto incrementos de precios de hasta el 430% en los últimos 16 meses.
La situación se complica aún más al considerar que el 61% de la población enfrenta dificultades para acceder a la canasta básica, que se sitúa en 1.057.923 pesos (aproximadamente 755 euros), mientras que el salario promedio es de 520.833 pesos (372 euros). Esta disparidad ha llevado a protestas semanales de jubilados que demandan mejoras en sus pensiones, evidenciando la precariedad de muchos argentinos.
El Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina ha advertido que, aunque la desaceleración de los precios de productos de consumo masivo ha beneficiado a algunos hogares vulnerables, el descenso de la pobreza podría estar sobreestimado si no se consideran otras dimensiones que afectan la calidad de vida, como el acceso a medicamentos y servicios básicos.
En este contexto, el término «ficción estadística» ha sido utilizado por Agustín Salvia, director del observatorio, para describir la situación actual. La falta de transparencia y la manipulación de datos en el ámbito económico son preocupaciones que resuenan en un país que ha sufrido crisis recurrentes y que, a pesar de los anuncios optimistas del Gobierno, sigue enfrentando desafíos estructurales profundos.