
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se prepara para iniciar una de las apuestas más audaces de su segundo mandato, proponiendo una serie de aranceles a las importaciones con la esperanza de revitalizar la economía estadounidense. Este enfoque, que él denomina «día de la liberación», se produce en un contexto de creciente incertidumbre económica, donde la confianza de los consumidores se encuentra en niveles mínimos históricos.
Los aranceles que se planean implementar buscan corregir lo que Trump considera un desequilibrio en las relaciones comerciales con países como Canadá, México, China y varias naciones europeas, donde, según él, se ha aprovechado de la voluntad de los consumidores estadounidenses de adquirir productos a precios bajos. La administración argumenta que esta estrategia permitirá disminuir un déficit comercial que ha alcanzado cifras récord, al mismo tiempo que se fomenta la producción nacional y se generan puestos de trabajo.
Impacto en la economía y la inflación
Los aranceles, en su esencia, representan un impuesto sobre las importaciones y, teóricamente, podrían generar efectos inflacionarios. Sin embargo, la experiencia pasada ha demostrado que no siempre se traduce en un aumento sostenido de la inflación. Durante su primer mandato, Trump impuso aranceles significativos sin que se evidenciaran signos de inflación a largo plazo, más allá de aumentos de precios aislados.
A medida que la administración avanza en la implementación de tarifas recíprocas, se ha mencionado una cifra de aranceles del 20%, aunque algunos expertos anticipan que podría situarse alrededor del 10%, con un incremento notable para productos provenientes de China. Este enfoque, aunque ambicioso, podría enfrentar desafíos inmediatos, especialmente si se considera que el clima económico ya muestra signos de estancamiento, con un crecimiento que se espera sea mínimo.
Los analistas, como el economista jefe de Allianz, Mohamed El-Erian, han señalado que esta estrategia podría resultar en una reconfiguración significativa de la economía estadounidense y, por extensión, de la economía global, similar a las políticas de Thatcher o Reagan. Sin embargo, también advierten que un escenario de tarifas en respuesta podría llevar a un estancamiento y a una inflación prolongada, lo que complicaría aún más la situación económica.
Los pronósticos de crecimiento han sido revisados a la baja, con Goldman Sachs advirtiendo sobre un riesgo creciente de recesión, estimando una posibilidad del 35% para este año. A pesar de que se prevé que el crecimiento se mantenga positivo, la incertidumbre generada por las políticas comerciales en curso está afectando la confianza de los consumidores y las decisiones de inversión de las empresas.
En este contexto, es relevante observar cómo estas medidas podrían influir en el panorama económico general, no solo en Estados Unidos, sino también en las dinámicas comerciales internacionales, donde las respuestas de otros países a las políticas de Trump serán cruciales para determinar el rumbo final de esta estrategia económica.