
China ha incluido recientemente a 11 empresas estadounidenses, entre ellas la fabricante de drones Skydio, en su lista de entidades poco fiables. Esta medida se produce en un contexto de creciente tensión entre Pekín y Washington, especialmente en lo que respecta a la cooperación militar entre Estados Unidos y Taiwán, que China considera una violación de su soberanía nacional.
Según un comunicado emitido por el Ministerio de Comercio de China, las empresas mencionadas, además de Skydio, son BRINC Drones, Red Six Solutions, SYNEXXUS, Firestorm Labs, Kratos Unmanned Aerial Systems, HavocAI, Neros Technologies, Domo Tactical Communications, Rapid Flight LLC e Insitu. Todas ellas han sido acusadas de haber ignorado la oposición de China y de haber colaborado en el desarrollo de tecnología militar con Taiwán, un territorio que Pekín considera parte de su territorio nacional.
Consecuencias para las empresas estadounidenses
El Ministerio de Comercio ha declarado que, como resultado de sus acciones consideradas ilegales, estas empresas enfrentan restricciones significativas: se les prohíbe participar en actividades de importación y exportación relacionadas con China y realizar nuevas inversiones en el país. Esta acción es parte de un esfuerzo más amplio de China para proteger sus intereses de seguridad nacional frente a lo que considera actos hostiles por parte de entidades extranjeras.
El gobierno chino ha resaltado que su enfoque hacia la lista de entidades poco fiables es prudente y selectivo, dirigiéndose únicamente a un número reducido de entidades extranjeras que, a su juicio, amenazan la seguridad nacional. En este sentido, han asegurado que «las entidades extranjeras honestas y respetuosas de la ley no tienen nada de qué preocuparse».
Además, el Ministerio ha reiterado su apertura a la inversión extranjera, subrayando su compromiso de proporcionar un entorno empresarial estable, justo y predecible para aquellas compañías que operan dentro de un marco legal. Sin embargo, este tipo de decisiones pone de manifiesto la creciente desconfianza entre las dos principales economías del mundo y plantea interrogantes sobre el futuro de las relaciones comerciales entre Estados Unidos y China.