
El río Wye, conocido por haber sido elegido como el favorito del Reino Unido, serpentea desde las montañas galesas hasta la desembocadura del Severn, recorriendo 150 millas a través de un paisaje nacional oficialmente reconocido. Sin embargo, esta imagen idílica se ve amenazada debido a la contaminación generada por la cría intensiva de pollos industriales.
Si bien el Wye es quizás el caso más extremo, el cercano río Severn, el más largo del Reino Unido, también enfrenta riesgos similares, al igual que otros ríos en lugares como Lincolnshire, Norfolk y Yorkshire. En las tierras que alimentan estos ríos, millones de pollos son criados en unidades intensivas para abastecer a los supermercados con carne y huevos a bajo costo. Sin embargo, la producción de estos pollos genera grandes cantidades de estiércol que terminan en los ríos.
Este exceso de nutrientes provoca la proliferación de algas, que bloquean la luz solar y consumen oxígeno, lo que a su vez acaba con otras especies acuáticas. Por ejemplo, el número de salmones atlánticos que atraviesan el río Wye cada año ha disminuido drásticamente, de 50,000 en la década de 1960 a menos de 3,000 en la actualidad.
Contaminación y acciones legales
La situación provocada por la cría de pollos ha llevado a acciones legales contra la empresa alimentaria estadounidense Cargill y su filial Avara Foods, aunque ambas compañías niegan las acusaciones. Además, cadenas de comida como Nando’s han negado obtener sus productos de granjas contaminantes.
En 2023, el estado de conservación del Wye fue degradado por Natural England a «desfavorable—en declive». Las medidas implementadas para abordar el exceso de nutrientes han llevado a la creación de políticas de neutralidad de nutrientes, que impiden nuevos desarrollos que causen un aumento neto de nutrientes. Sin embargo, esto ha resultado en bloqueos de proyectos de desarrollo, incluida la construcción de viviendas.
En la mayor parte del recorrido del río Wye, que atraviesa el condado inglés de Herefordshire, el consejo local, frustrado por la ineficacia de estas políticas para revertir el declive, tomó la inusual decisión de controlar la contaminación a través de leyes de planificación. Su Plan Local de Minerales y Residuos establece que cualquier nueva granja de pollos debe demostrar que el estiércol será gestionado adecuadamente y que el proyecto será, en general, neutral en nutrientes, lo que formará parte de una evaluación de impacto ambiental durante el proceso de planificación.
Este enfoque es inusual, ya que las actividades agrícolas no suelen estar sujetas a controles de planificación, y lo que se realiza en una granja está regulado generalmente por regímenes estatutarios no relacionados con la planificación. Así, el paso dado por el Consejo de Herefordshire ha sido objeto de impugnación por parte de la Federación Nacional de Agricultores (NFU) en los tribunales.
Un aspecto novedoso de este debate es la clasificación del estiércol como «residuo». Tradicionalmente, la agricultura ha tenido un trato preferencial en cuanto a los controles sobre residuos. La ley no considera el excremento (incluido el estiércol de pollo) como residuo siempre que no dañe el medio ambiente o ponga en peligro la salud humana, a pesar de que no es el producto principal de los agricultores. Un agricultor cría pollos para carne y huevos, pero estos también producen estiércol, que puede ser útil como fertilizante, para energía o como compost. El problema surge cuando este subproducto no se gestiona adecuadamente y termina contaminando los ríos.
El caso de la NFU contra el Consejo de Herefordshire pone de relieve una batalla simbólica entre los pilares del desarrollo sostenible: economía, sociedad y medio ambiente. En cualquier caso de planificación, es necesario equilibrar estos elementos, donde uno puede dominar sobre los demás. ¿Es más importante la vivienda para las personas? ¿El desarrollo industrial para el crecimiento económico? ¿La agricultura industrial para obtener alimentos a bajo costo? ¿O proteger el río y su ecosistema de la contaminación?
A medida que los tribunales priorizan la protección del medio ambiente, el gobierno del Reino Unido parece inclinarse hacia el crecimiento económico. Su Proyecto de Ley de Planificación e Infraestructura propone sustituir las evaluaciones de impacto ambiental individuales por «planes de entrega ambiental» elaborados por un organismo gubernamental, financiados por los desarrolladores. Estos planes establecerán medidas de conservación que aborden los impactos ambientales del desarrollo, pero no hay escasez de planes ya existentes en el arsenal del gobierno.
A pesar de iniciativas como el proyecto de recuperación paisajística Wyescapes, que busca desarrollar modelos de negocio sostenibles, o el plan de gestión de nutrientes del río Wye, que tiene como objetivo detener la contaminación por nutrientes, el juez en el caso de la NFU contra el Consejo de Herefordshire ha señalado que todas las evidencias demuestran que estos planes han fracasado hasta ahora en detener el declive del río. Esto ha llevado al consejo a implementar acciones drásticas e inmediatas.
La NFU está considerando apelar la decisión, pero la victoria del consejo en el tribunal puede ser efímera ante las propuestas gubernamentales que eliminan la necesidad de evaluaciones individuales de impacto ambiental. La efectividad de las nuevas ideas del gobierno para proteger el medio ambiente sigue siendo incierta. Por el momento, cualquier cosa que obstaculice el desarrollo no parece ser una prioridad gubernamental.