
En los Archivos del Real Observatorio de Greenwich, ubicados en la Biblioteca de la Universidad de Cambridge, los documentos de un hombre ocupan una sorprendente cantidad de 110 metros de estanterías. Un reciente artículo publicado en Isis: the Journal of the History of Science Society, titulado «George Biddell Airy y la Gestión de la Información en el Real Observatorio, Greenwich: Biblioteca, Archivo y Usos del Pasado Histórico», del autor Yuto Ishibashi, narra los esfuerzos del director del observatorio en el siglo XIX para organizar los registros de su biblioteca. El artículo sostiene que la énfasis de Airy en la estandarización desempeñó un papel crucial en la forja de la identidad institucional del observatorio.
George Biddell Airy, quien dirigió el Real Observatorio entre 1835 y 1881, vivió durante una época en la que la sociedad británica comenzaba a valorar la conciencia histórica y el desarrollo del carácter nacional. A través de su trabajo en la expansión y sistematización de la colección bibliográfica, su objetivo era no solo mejorar las condiciones de la investigación astronómica, sino también «contribuir a la sociedad de una manera utilitaria». Para ello, solicitó documentos de otras sociedades y departamentos gubernamentales, como la Compañía de las Indias Orientales, la Junta de Longitud y la Royal Society.
Para mantener esta creciente colección, Airy instituyó un riguroso método de catalogación, así como un sistema jerárquico de personal que garantizaba el registro de todos los préstamos de libros. Muchas de sus iniciativas lograron sus objetivos: bajo su supervisión, los préstamos bibliográficos aumentaron, la investigación original floreció y se construyeron diez pies de estanterías adicionales cada año.
Transformación del Observatorio
Según Ishibashi, «Estas intervenciones fueron de gran relevancia en la transformación del observatorio en una fábrica o una oficina contable». La consistencia modernizada que impuso Airy resultó útil para los astrónomos contemporáneos, quienes cada vez más fomentaban la publicación rápida de registros observacionales. Esta estandarización también beneficiaba a Airy en su papel adicional como asesor científico del gobierno británico, donde cualquier recomendación política inexacta podría haber socavado su credibilidad.
Su comprensión de sí mismo como un «funcionario civil científico» lo motivó a consolidar la posición del Real Observatorio en la sociedad británica y en su historia. Bajo su dirección, el observatorio «fue más allá de llevar registros, abrazando una continuidad histórica, exhibiendo sus logros, reconociendo su valor y manteniendo su tradición». Aunque los documentos que Airy acumuló no estaban disponibles públicamente durante su tiempo, posteriormente formaron la base de los modernos archivos del Real Observatorio de Greenwich, que hoy son un recurso invaluable para los estudiosos de la historia astronómica y de la ciencia victoriana.