
Japón ha decidido mantener su participación en los proyectos de gas natural licuado (GNL) en la isla de Sajalín, a pesar de las sanciones impuestas a Rusia y de su compromiso de reducir la dependencia energética de este país. Según el informe anual publicado por el Ministerio de Relaciones Exteriores japonés, la participación en los proyectos Sakhalin-1 y Sakhalin-2 es considerada estratégica para la seguridad energética de Japón.
El gobierno japonés ha apoyado firmemente las sanciones occidentales contra Rusia en respuesta al conflicto en Ucrania, implementando varias rondas de restricciones en los últimos tres años. Además, Tokio se ha alineado con el G7 en la imposición de un límite de 60 dólares por barril al petróleo ruso. Sin embargo, el Ministerio de Relaciones Exteriores ha subrayado que la participación en los proyectos de Sajalín es crucial para asegurar un suministro estable de energía a medio y largo plazo.
Compromiso con la reducción de la dependencia energética
A pesar de la continuidad en los proyectos de Sajalín, Japón ha reiterado su intención de disminuir gradualmente su dependencia de la energía rusa, incluyendo el petróleo y el carbón, buscando minimizar el impacto negativo en la población y las empresas japonesas. La participación de Japón en el proyecto Sakhalin-1, donde posee un 30% a través de su consorcio estatal Sodeco, es vista como un elemento clave para diversificar las fuentes de suministro energético, especialmente dado que el país depende en un 95% del Medio Oriente para sus importaciones de petróleo.
El proyecto Sakhalin-2, uno de los mayores emprendimientos de GNL a nivel mundial, representa aproximadamente el 4% del mercado global. En 2022, el presidente ruso Vladimir Putin firmó un decreto que transfería los activos de Sakhalin Energy, el operador anterior de Sakhalin-2, a una nueva entidad con sede en Rusia. A pesar de la reestructuración, las empresas japonesas Mitsui y Mitsubishi decidieron mantener sus participaciones del 12.5% y 10%, respectivamente, mientras que la compañía británica Shell, que poseía un 27.5% menos una acción, optó por no unirse a la nueva entidad, lo que llevó al gobierno ruso a vender su participación a una subsidiaria de Gazprom por aproximadamente mil millones de dólares.
Actualmente, Japón es uno de los mayores importadores de GNL del mundo y depende de Rusia para el 9% de su suministro total de gas líquido, principalmente a través de contratos a largo plazo del proyecto Sakhalin-2. La importancia de estos proyectos radica no solo en el suministro inmediato, sino también en la estabilidad a largo plazo que ofrecen en un contexto geopolítico incierto.