
La Amazonía ha sido objeto de explotación durante siglos, y aunque el oro sigue siendo un recurso codiciado, la extracción de los diminutos fragmentos de este metal se ha vuelto cada vez más complicada. Las operaciones mineras, especialmente las artesanales y a pequeña escala, liberan mercurio (Hg) al medio ambiente, contaminando el aire y poniendo en riesgo la salud de las comunidades locales.
Un equipo internacional de investigadores ha llevado a cabo un estudio en el que se analizan los anillos de árboles nativos de la Amazonía peruana para determinar si estos pueden servir como un indicador de la ubicación y el momento en que se liberó mercurio en la atmósfera. La doctora Jacqueline Gerson, profesora asistente en ingeniería biológica y ambiental en la Universidad de Cornell y autora principal del estudio publicado en Frontiers in Environmental Science, afirma: «Demostramos que los núcleos del árbol Ficus insipida pueden ser utilizados como biomonitores para caracterizar la huella espacial y potencialmente temporal de las emisiones de mercurio provenientes de la minería de oro artesanal en los neotrópicos».
El mercurio en el aire
Para la extracción de oro, los mineros añaden mercurio al suelo que contiene pequeñas partículas de este metal. El mercurio se une a las partículas de oro formando amalgamas, que poseen un punto de fusión mucho más bajo que el oro puro. Para extraer el oro, estas amalgamas se queman, liberando mercurio gaseoso en la atmósfera.
En el estudio, se examinaron tres especies de árboles neotropicales con anillos anuales previamente documentados: higos silvestres (Ficus insipida), nueces de Brasil (Bertholletia excelsa) y tornillos (Cedrelinga catenaformis). Debido a las condiciones climáticas equitativas en los neotrópicos, no todos los árboles forman anillos, y de las especies examinadas, solo el F. insipida los presentó. Se recolectaron muestras de troncos en dos sitios alejados de la actividad minera y tres sitios cercanos a localidades mineras donde se quema amalgama con frecuencia. Uno de los sitios mineros estaba junto a un bosque protegido.
Los niveles de concentración de mercurio en la madera fueron más altos en los dos sitios de muestreo cercanos a la minería y más bajos en el sitio afectado por la minería adyacente al bosque protegido, así como en los sitios alejados de las localidades mineras. Gerson explica: «Las concentraciones más altas de Hg atmosférico generalmente se asocian con ubicaciones mineras cercanas». En la Amazonía peruana, donde la minería es la principal fuente de Hg, se puede establecer una clara correlación entre mayores concentraciones de Hg y la proximidad a un sitio minero.
Particularmente después del año 2000, las concentraciones de Hg cerca de las localidades aumentaron, coincidiendo con la quema de amalgamas de mercurio y oro. «Esto se debe probablemente a la expansión de las actividades mineras en ese periodo», añade Gerson.
Una red de biomonitores
El estudio ha demostrado que los árboles pueden utilizarse como una red de biomonitorización para las emisiones de mercurio gaseoso, aunque presenta limitaciones. La distancia exacta a las localidades mineras era desconocida debido a la ilegalidad de estas operaciones, lo que probablemente influyó en las concentraciones de Hg encontradas en la madera del tronco.
Según Gerson, «el Ficus insipida puede ser una herramienta económica y poderosa para examinar grandes tendencias espaciales en las emisiones de Hg en los neotrópicos». Utilizar la madera del tronco podría permitir esfuerzos de monitoreo a nivel regional, lo cual es especialmente relevante en el contexto del Convenio de Minamata sobre el Mercurio, un tratado internacional que busca reducir las emisiones de mercurio y sus compuestos, así como mitigar los riesgos para la salud y el medio ambiente.