
La reciente Conferencia Lunar y Planetaria de Ciencias, celebrada del 10 al 14 de marzo en The Woodlands, Texas, ha sido el escenario para discusiones de alto nivel sobre la exploración espacial. Entre las propuestas más interesantes se encuentra la investigación sobre los tardígrados, unos organismos microscópicos que podrían ofrecer respuestas a la pregunta fundamental de cómo los humanos podrían sobrevivir en entornos extraterrestres.
El estudio, llevado a cabo por Isadora Arantes, embajadora de la NASA y candidata a astronauta, junto con Geancarlo Zanatta, profesor asociado en la Universidad Federal de Río Grande del Sur, destaca las capacidades excepcionales de los tardígrados, comúnmente conocidos como «osos de agua». Estos extremófilos son famosos por su resistencia a condiciones adversas que incluyen temperaturas extremas desde -271°C hasta más de 150°C, presiones que superan 1.200 veces la presión atmosférica normal, así como la deshidratación y radiación intensa.
Resiliencia y aplicaciones biotecnológicas
La investigación ha centrado su atención en proteínas específicas, como la Dsup (Damage Suppressor), que son clave para la resiliencia de estos organismos. Esta proteína actúa como un escudo protector que minimiza los daños en el ADN provocados por la exposición a la radiación, lo que permite preservar la integridad genética. Durante el estudio, los investigadores realizaron simulaciones de la dinámica molecular de las proteínas Dsup utilizando el software Gromacs, obteniendo resultados que demuestran cómo dicha proteína previene mutaciones genéticas al disipar la radiación.
Además de la Dsup, también se examinaron las proteínas de choque térmico (HSPs) y las enzimas antioxidantes, que son fundamentales para mantener la estabilidad de las proteínas durante el estrés térmico y mitigar el daño oxidativo causado por altas presiones y radiación. Los autores del estudio sugieren que los hallazgos son indicativos de la posible existencia de formas de vida en entornos extremos más allá de la Tierra, como Marte, Europa y Titán, donde las condiciones ambientales son similares a las que enfrentan los tardígrados.
El estudio señala que la estabilidad de las proteínas en el océano subsuperficial de Titán sugiere la plausibilidad de vida en mezclas de agua-amoníaco bajo condiciones criogénicas. Además, la investigación sobre la adaptación de los tardígrados tiene aplicaciones en biotecnología que podrían mejorar la resistencia de los humanos, protegiendo las células humanas contra la radiación y el frío extremo, así como ingenierizando cultivos que puedan sobrevivir en climas adversos.
Arantes y el profesor Zanatta enfatizan la relevancia de estos extremófilos no solo en el contexto de la astrobiología, sino también en la búsqueda de soluciones para desafíos en la Tierra, destacando la importancia de continuar con investigaciones que integren enfoques computacionales y experimentales para desentrañar los mecanismos de supervivencia de estos organismos.