
La tensión entre Estados Unidos y China se intensifica, y el riesgo de que esta confrontación evolucione hacia una “guerra financiera abierta” se vuelve cada vez más palpable. George Saravelos, jefe de investigación de divisas globales en Deutsche Bank, ha alertado sobre esta posibilidad en una reciente nota dirigida a sus clientes, donde describe la situación actual como un “colapso” en los mercados.
Según Saravelos, el sistema financiero global se encuentra en “territorio inexplorado”, ya que la escalada de aranceles entre ambas potencias podría desencadenar una crisis de confianza en el dólar estadounidense. El analista ha señalado que estamos siendo testigos de un “colapso simultáneo” en el precio de todos los activos estadounidenses, incluyendo acciones, el dólar frente a otras divisas de reserva y el mercado de bonos. Esta situación es diferente a lo que se podría esperar en un entorno de crisis típico, donde el mercado tiende a acumular liquidez en dólares para asegurar financiación.
La desdolarización del mercado global
El proceso de desdolarización del mercado global avanza más rápido de lo que se había anticipado, y Saravelos advierte que es incierto “cuán ordenado puede permanecer este proceso”. En lugar de acumular liquidez en dólares, el mercado ha perdido la fe en los activos estadounidenses, lo que ha llevado a una venta activa de estos activos. Esta dinámica, según el analista, ha sido fomentada por las acciones de la administración del expresidente Donald Trump, que han incentivado la venta de bonos del Tesoro estadounidense.
La guerra comercial entre Estados Unidos y China podría tener serias repercusiones para la economía global. Saravelos ha afirmado que, dado que los aranceles impuestos por Trump han dejado poco margen para una escalada en el frente comercial, Beijing podría estar considerando “armar la moneda” mientras adopta una postura más favorable hacia su economía interna. La próxima fase podría implicar una guerra financiera abierta que involucre la propiedad china de activos estadounidenses, tanto en el sector oficial como en el privado. Es crucial señalar que no habrá ganadores en tal conflicto: tanto China, como propietario de esos activos, como Estados Unidos, como productor, sufrirán las consecuencias, y el verdadero perdedor será la economía global.
China se ha convertido en el principal objetivo de los esfuerzos de Trump por corregir el balance comercial de Estados Unidos, lo que ha llevado a la imposición de aranceles “retaliatorios” sobre la mayoría de las naciones. En marzo, Trump impuso un arancel del 20% a las importaciones chinas, al que se sumó un 34% adicional la semana pasada. En respuesta, Beijing introdujo un arancel del 34% sobre los productos estadounidenses, lo que llevó a Trump a aumentar los aranceles a un 50%, alcanzando un total del 104%.
Esta semana, China aplicó un 50% adicional sobre las importaciones estadounidenses, elevando el gravamen a un total del 84%. Trump, no obstante, respondió aumentando los aranceles al 125% el miércoles, antes incluso de que la última medida china entrara en vigor.