
El reciente anuncio del presidente Donald Trump sobre la suspensión temporal de tarifas a los medicamentos importados ha provocado una reacción mixta en el sector farmacéutico estadounidense. Mientras algunas acciones de importantes empresas farmacéuticas, como Eli Lilly y AbbVie, experimentaron un repunte tras la noticia, la incertidumbre sobre el futuro de las tarifas específicas para este sector continúa generando preocupación entre los inversionistas.
Trump declaró que durante 90 días se reducirá la tarifa general a un 10% para la mayoría de los países, aunque incrementó las tarifas sobre productos provenientes de China a un asombroso 125%. Esta medida parece ser parte de una estrategia más amplia para incentivar a las empresas farmacéuticas a trasladar sus operaciones de fabricación de vuelta a Estados Unidos, un objetivo que algunas compañías ya están persiguiendo, en un contexto donde la manufactura nacional ha disminuido drásticamente en las últimas décadas.
Impacto en la Industria Farmacéutica
Las importaciones estadounidenses de productos farmacéuticos alcanzaron casi 213 mil millones de dólares en 2024, un aumento significativo en comparación con hace una década. Sin embargo, varios analistas han expresado su escepticismo sobre la viabilidad de rescatar la producción nacional. Argumentan que las cadenas de suministro globales son complejas y que mover la manufactura de regreso a Estados Unidos podría resultar costoso y llevar años. Esta situación podría alterar la cadena de suministro farmacéutica y aumentar los costos para los pacientes.
El analista de BMO Capital Markets, Evan Seigerman, ha señalado que las compañías farmacéuticas ya cuentan con operaciones sólidas en el país y que las tarifas probablemente no incentivarán un cambio significativo en la producción. Además, algunos demócratas en la Cámara de Representantes han solicitado al gobierno que proteja las cadenas de suministro médico, advirtiendo sobre las «consecuencias devastadoras» que la guerra comercial podría infligir sobre los pacientes estadounidenses.
El CEO de Eli Lilly, Dave Ricks, comentó que el cumplimiento de las tarifas implica hacer sacrificios en otras áreas, como la investigación y desarrollo, lo que podría tener un impacto negativo en la innovación del sector. Por su parte, Johnson & Johnson ha anunciado una inversión significativa en manufactura y tecnología en Estados Unidos, aunque no se ha pronunciado sobre las tarifas.
El panorama que se dibuja es el de un sector farmacéutico en tensión, donde las decisiones políticas de la administración actual podrían tener repercusiones no solo en el ámbito económico, sino también en la salud pública, un tema de vital importancia en el contexto actual.